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«La seguridad es un valor democrático y una fuente de recursos»

Alvaro Uribe, presidente de Colombia 2002-2010

Axel Kaiser
Abogado, PhD Heildelberg. Presidente del directorio Fundación para el Progreso Á N.11.

 

 
Fue ministro, alcalde, gobernador, senador y presidente el país desde 2002, cuando empezó una lucha con la guerrilla, el narcotráfico y el crimen organizado, a partir de la alianza con Estados Unidos en el Plan Colombia y apoyándose férreamente en las fuerzas armadas. Aquí reflexiona sobre sus logros, lo que paso después y las posibilidades a futuro.

 
¿Cómo enfrentó su gobierno el tema de la seguridad, que siempre va ligado a la economía y a democracia?

 
Nosotros no tuvimos hiperinflación, nunca incurrimos en default. Aquí hubo la menor interrupción democrática, solamente cuatro años, por eso se habló de que la nuestra era la democracia más extensa de la región en el siglo pasado. No obstante esos antecedentes, cuando yo llego, la inversión del sector privado apenas estaba en el 8%, la pobreza superaba el 50% y teníamos una tasa de alrededor de 70 homicidios por cada 100 mil habitantes y 2.800 secuestros al año aproximadamente. También había asesinatos de dirigentes sindicales y profesores sindicalizados, más o menos 200 al año. ¿Con qué enfrentamos eso? Con concepto y con acción. Aquí no había contraria a la seguridad. La seguridad la desfiguraban, decían que eso era militarismo, eso era violación de derechos humanos, eso era represión democrática. Nosotros hicimos un planteamiento de seguridad democrática que nos abrió el camino: seguridad para todos los colombianos, seguridad con todo el respeto a las libertades. Y lo acompañamos con una política de promoción de la empresa privada y de políticas sociales. Llegábamos a los sitios no solamente con el Ejército, sino con políticas sociales y con una gran política de reducción del tamaño del Estado. Nuestro gobierno eliminó más de 300 entidades del Estado. Mejoramos el país, no quedó perfecto pero lo mejoramos.

 
¿Cómo analiza la situación actual de la seguridad a nivel latinoamericano con la expansión de las redes de narcotráfico y el crimen organizado? Hemos visto situaciones dramáticas, por ejemplo la de México, que, según un artículo de The Economist, tiene un tercio del territorio controlado por los carteles de la droga. Y lo estamos viendo también en Chile, que era un país muy seguro, conocido por su estabilidad en esa materia, sin embargo, hoy tenemos operando ahí al Tren de Aragua. Tenemos secuestros, cosa que nunca habíamos visto, y la tasa de homicidios se ha triplicado en algunas partes. Hay cosas que nunca habíamos conocido: decapitaciones y cuerpos desmembrados, sicarios.

 
Las organizaciones criminales, que además tienen una prosperidad económica ilegal, son organizaciones insaciables. Por ejemplo, en Colombia, los procesos de paz poco efecto han surtido. Mi sucesor firmó un proceso de paz, que lo que hizo fue darle un indulto, una amnistía, a unos criminales, y se mantuvieron esos negocios ilegales y llegaron otros. En todos los países donde haya fenómenos de inseguridad, se necesita una decisión democrática muy firme, respaldada por los gobiernos, de llevar a cabo políticas de seguridad que disuadan al crimen. No hay más camino que hacerlo, y esto tiene que ir acompañado de una gran pedagogía, porque sí, la seguridad es un valor democrático, una fuente de recursos. La discusión para evitar la acción en materia de seguridad lo que hace es darles fortaleza a los criminales.

 

 
Conocemos muchos casos de líderes emblemáticos regionales a los que se les acusa, o que se han visto involucrados con el narcotráfico. La falta de compromiso con una agenda de seguridad, ¿qué tanto tiene que ver con ideología y qué tanto con el hecho de que el narcotráfico ha penetrado en la política de muchos de nuestros países?

 
No hay duda de que cuando los criminales de cualquier naturaleza y cualquier actividad penetran en la política, ellos procuran crear condiciones para favorecerse. Entonces hay que poner todo el cuidado en evitar la penetración, en superar esa penetración cuando se da y en combatir a los criminales con toda determinación. Ahora, ¿qué tanto influye? Influye hasta el punto en que llegue un gobierno que diga: alto aquí, este país necesita seguridad. Y que ese gobierno tenga una gran pedagogía con los ciudadanos para mostrar que la inseguridad y los poderes criminales son una desfiguración total de la democracia, la anulan. Por ejemplo, Colombia tiene varios sitios que son hoy republiquetas, allí no impera el Estado social de derecho, sino el Estado criminal alternativo de estos grupos. Esto está dividiendo al país. Ya Colombia es un país unitario solamente en lo formal. Hay zonas limítrofes con Venezuela, como el Catatumbo, donde el poder real no lo ejerce el Estado social de derecho, sino los Estados criminales alternativos. Si no enfrentamos esto, ¿qué va a pasar con la unidad de nuestro país?

También hay que decirles a los países: bueno, aquí estamos sufriendo una gran amenaza personal, una gran amenaza familiar. Esto está afectando la economía, porque la seguridad es un factor de confianza en la economía. Si no hay una buena economía privada, no hay manera de resolver los problemas sociales.

 
Venezuela es un narcoestado. Todos sabemos que el régimen de Maduro está involucrado con el narcotráfico, está el Cártel de los Soles. Estas son noticias que uno puede leer en la prensa americana mainstream, no son teorías de la conspiración. ¿Qué tanto influye esta situación al resto de América Latina? ¿Qué tanto nos beneficiaría a los demás países si efectivamente se produce una transición a la democracia en Venezuela, algo que se ve cada vez menos probable?

 
Primero digamos qué ha pasado. A mí me tocó enfrentar, con una voz muy solitaria durante muchos años, al chavismo y al castrismo. Una de las razones fue la protección de Chávez al narcoterrorismo colombiano en territorio venezolano, algo que siempre han negado. Cuando el presidente Bush aceptó restablecer la interceptación aérea a pedido nuestro, eso nos ayudó mucho. La habían suspendido por el accidente fatal de unos misioneros en Perú. Al año siguiente de restablecida la interceptación, en el espacio aéreo colombiano se veían los radares libres de vuelos ilegales, pero todos se habían trasladado al espacio aéreo venezolano. Entonces habían tenido refugio grupos anarquistas, y Chávez les daba el alcance de partidos políticos a las FARC, al ELN, etcétera.

Además han permitido que el territorio sea de tránsito para el narcotráfico, y uno no sabe hasta qué punto eso beneficia directamente a funcionarios del gobierno de Venezuela. La transición a la democracia sería fundamental, para no hablar del tema de recuperación de lo que podría ser operación de inversión privada en Venezuela, para poder financiar la recuperación del tejido social de Venezuela, la confianza que vuelva a parar la salida masiva de venezolanos, que ahora, con lo que está ocurriendo, hay amenaza con que esa diáspora se reactive. Pero, además, empezar como lo ha dicho María Corina Machado, a que puedan regresar las familias. Para Colombia, sería muy benéfico si un gobierno de democrático en Venezuela, con toda la institucionalidad democrática, frenara allí la actividad delictiva. Que le dijera al narcotráfico: «No más. No más actividad en Venezuela». Y que les dijera a estos grupos criminales: «Ustedes ya en Venezuela no tienen refugio».

 
En cuanto a políticas específicas contra el narcotráfico, uno de los problemas que tenemos en Chile, por ejemplo, es que las Fuerzas Armadas y policías tienen miedo del poder judicial. Temen que, si entran a combatir al narcotráfico y al crimen organizado, los van a meter a todos presos por violaciones a los derechos humanos, porque hay jueces que son ideológicamente sesgados. ¿Cómo darle a las Fuerzas Armadas, que imagino que fue un problema que usted también enfrentó, la garantía de que pueden hacer su trabajo, combatir a los criminales, que, por supuesto es un combate armado con fuerza, y al mismo tiempo tener la garantía de que no irán a la cárcel? Esto es una de las razones por las que estamos paralizados en Chile.

 
Hay distintos enfoques de gobierno en esta materia, puede haber muchos más, voy a referirme a dos. Por ejemplo, una de mis discrepancias y una de las razones de la oposición nuestra hacia el actual gobierno de Colombia, es el debilitamiento de la fuerza pública. Están debilitados en sus efectivos, debilitados en sus mandos, debilitados en el apoyo de transporte terrestre y aéreo. Ahora está la decisión de Colombia de no venderle carbón a Israel y romper relaciones con Israel, lo que crea otro problema, ya que Israel ha sido un gran proveedor de aviación militar y de tecnología para Colombia. Y súmale a eso el fortalecimiento a los grupos delincuenciales. Entonces aquí van organizando ejércitos de indígenas, que lo llaman la Guardia Indígena, y otro ejército de campesinos, que lo llaman la Guardia Campesina. Los criminales aprovechan el diálogo en que están para seguir creciendo. A esto nosotros le hacemos oposición, pero a mí no me causa sorpresa, es lo que proponía el actual presidente, Gustavo Petro. Pero hay otros gobiernos, por ejemplo, el gobierno de Santos, que lo elegimos para mejorar, continuar lo que llamábamos política de confianza, la seguridad democrática, la promoción de la inversión privada y la reducción del Estado como consecuencia de la promoción del emprendimiento privado para resolver problemas sociales. Santos en ese proceso de paz igualó a las Fuerzas Armadas de Colombia con el narcoterrorismo. Entonces tienen que ir a la misma justicia, una justicia que fue impuesta por la FARC. Entonces en las Fuerzas Armadas de Colombia hoy, muchos están procesados por esa justicia y obligados a reconocer delitos que incluso no cometieron, para evitar ir a la cárcel. Y eso todo lo creó el gobierno de Santos, por imposición de la FARC, que tuvo dos abogados, primero en Venezuela y segundo Castro. También me da mucha tristeza tener que decir que la administración del presidente Obama, de Estados Unidos, un país con el que tenemos tan buenas relaciones, le aceptó eso a Santos. Eso ha sido un gran factor de quiebre moral, de determinación en nuestras Fuerzas Armadas.

 

«Las organizaciones criminales, que además tienen una prosperidad económica ilegal, son organizaciones insaciables. Por ejemplo, en Colombia, los procesos de paz poco efecto han surtido. Mi sucesor firmó un proceso de paz, que lo que hizo fue darle un indulto, una amnistía, a unos criminales, y se mantuvieron esos negocios ilegales y llegaron otros. En todos los países donde haya fenómenos de inseguridad, se necesita una decisión democrática muy firme»

 
 
¿Cómo reparamos ese quiebre moral de manera profunda? ¿Basta un cambio de gobierno para hacer algo así? Porque, después de Santos, gobernó el presidente Duque, y no sé hasta qué punto se pudo arreglar eso, y en qué situación están las Fuerzas Armadas de Colombia hoy para combatir el narcotráfico y el crimen organizado, que es un problema en toda la región.

 
El problema sigue sin arreglar. Creo que un nuevo gobierno de Colombia, entre todas las reformas que tiene que plantear, es una política de seguridad que excluya el diálogo, que excluya el sometimiento a la justicia, pero que sea determinante. En el gobierno mío se desmovilizaron a 53 mil integrantes de grupos terroristas, 35 mil paramilitares y 18 mil guerrilleros. A mí me acusaban de que «usted desmovilizaba a la guerrilla, pero usted no ha negociado con ellos», pero así los íbamos desmovilizando. Santos podría haber seguido con eso, fue la bandera bajo cual lo eligieron, tratar de continuar esas políticas. Así la FARC habría continuado ese desgrane, uno a uno en la desmovilización, y hubiera llegado a tal punto de debilidad, que a los cabecillas se habrían tenido que ir del país o habrían tenido que negociar a un costo institucional menos alto para Colombia. Un nuevo gobierno tiene que modificar esto, Axel, yo no veo otro camino que ese. Eliminar la Justicia para la Paz que creó Santos, por lo menos se debe crear una alternativa que le dé tranquilidad a las Fuerzas Armadas de Colombia. Cuando yo llego a la presidencia, en medio de ese caos de inseguridad, recibí dos factores a mi favor. Mi antecesor había negociado el Plan Colombia con los Estados Unidos, y eso me ayudó. Yo lo apliqué y después negociamos una extensión del Plan Colombia, pero el gobierno de Santos no quiso llevarlo al Congreso. Santos, como ministro, había empezado esa negociación y no quiso llevarla por complacer a Chávez, por complacer a Castro y por complacer a la FARC. Con un segundo Plan Colombia, Colombia estaría hoy en una situación distinta. Nosotros vamos a tener que buscar, desde lo interno, cómo le devolvemos la moral a las Fuerzas Armadas, le creamos un sistema de justicia que les dé confianza. Unas Fuerzas Armadas de Colombia que han sido institucionales, democráticas, profesionales que no han sido beneficiarias de impunidad. Cómo en un país con una economía muy débil, las volvemos a dotar de aviación, tecnología, transporte terrestre, etcétera. Cómo volvemos a integrarlas con la comunidad para que no tengan que trabajar aisladas de la comunidad. Cómo vuelven a tener el monopolio de las armas Todo eso hay que hacerlo en un gobierno que llegue, porque de lo contrario, un país que ve crecer la inseguridad que ha vuelto desde el año 2013 y sigue creciendo con el presidente Petro. El crecimiento de la inseguridad comenzó en 2013, cuando el gobierno de Santos aceptó los acuerdos de La Habana, que aceptó que el narcotráfico fuese delito político, y no ordinario, porque era para financiar la sedición, que no tendrían cárcel y que no habría extradición, además tendrían elegibilidad política y no habría fumigación. Por eso se pasó de entre 42 mil y 48 mil hectáreas plantadas con coca a 220 mil que recibió el presidente Duque. Hoy no tenemos mediciones. De los Estados Unidos nos dicen que hay más de 300 mil hectáreas de coca. Con esta economía criminal, no hay país que puede disfrutar los beneficios de la democracia.

 

«Las organizaciones criminales, que además tienen una prosperidad económica ilegal, son organizaciones insaciables. Por ejemplo, en Colombia, los procesos de paz poco efecto han surtido. Mi sucesor firmó un proceso de paz, que lo que hizo fue darle un indulto, una amnistía, a unos criminales, y se mantuvieron esos negocios ilegales y llegaron otros. En todos los países donde haya fenómenos de inseguridad, se necesita una decisión democrática muy firme»

 

¿Existe el riesgo, o ocurrió alguna vez en su gobierno, de que el narcotráfico se infiltrara en las mismas Fuerzas Armadas? ¿Existe ese riesgo hoy?

 
Pues aquí, hubo, y qué tristeza decirlo. El gobierno nuestro bajó sustancialmente la inseguridad, ahí están las cifras y la percepción de los colombianos. Siempre desafío a la izquierda y les digo la seguridad democrática también los protegió a ustedes, a los más conspicuos miembros de la oposición en ese momento, el presidente Petro o a la doctora Piedad Córdoba, pero también la misma seguridad para mis más cercanos colaboradores. Ya no tienen que pedirles permiso a los grupos criminales para desplazarse por el país y hacer política, como ocurría antes. Pero vino un tema: años atrás se cometían abusos de derechos humanos, no eran por la institución armada, sino por integrantes aislados de la institución armada. Crecieron bastante en el periodo 2006-2008, infortunadamente en nuestro gobierno, no hay duda. Entonces hoy algunos que justifican que yo exigía mucho, que por supuesto yo exigía resultados, pero con transparencia, como tienen que ser, como en educación, reducción del Estado, y como los exigía para que todos los colombianos pudieran tener la cobertura del seguro de salud, etcétera. Un día, en una oficina de las Naciones Unidas en Bogotá, me dicen: «Aquí hay un capitán del ejército, testigo protegido que está haciendo la denuncia». En esa oficina, me dijo, en tal brigada hay una penetración del narcotráfico.

Y para mostrarle al gobierno que combate el narcotráfico, han asesinado a campesinos inocentes y los presentan como narcotraficantes, cuando en realidad están protegiendo al narcotráfico. ¿Qué hice yo de inmediato al cruzar la puerta de esa oficina de las Naciones Unidas? Lo denuncié, y esas personas fueron condenadas a 40 años por la justicia. La penetración del narcotráfico es más fácil cuando no hay gobiernos fuertes que estén enfrentando todos los factores criminales.

 

 

 
En cuanto al gobierno de Trump, Estados Unidos, que es un actor importante en el tema del narcotráfico en América Latina, ¿hubo un cambio importante comparado con el gobierno de Obama, o Estados Unidos, siente usted, ha dejado que la región se las arregle sola y ya no tiene la misma efectividad que tuvo en el pasado?

 
Para mí es muy difícil entrar en este momento, en vísperas electorales en Estados Unidos, ahora, con una opinión, yo creo que más que actitudes, necesitamos hechos. Por ejemplo, en las dos convenciones de los partidos en Estados Unidos recientes, me imagino que ustedes han dedicado mucho tiempo a verlas, yo también lo he hecho, ignoraron mucho a América Latina. Un poco preocupado con eso, ignoraron el problema en Venezuela o hicieron una mención que no corresponde con lo que está ocurriendo en Venezuela. Nosotros estamos en mora de que Estados Unidos nos diga con qué hechos va a ayudar para enfrentar estos fenómenos. El próximo gobierno de Colombia tiene que acercarse a Estados Unidos, al gobierno británico, que en su momento ayudó mucho, el próximo gobierno de Colombia le tiene que decir a Israel «mire, aquí nosotros creemos en la tesis de los dos Estados y abogamos para que haya dos Estados allá y para que el pueblo de Israel y el pueblo palestino, puedan vivir en paz, pero nosotros necesitamos restablecer los vínculos comerciales y necesitamos reestablecerlo a usted como proveedor para este tema que necesitamos de tecnología, aviación militar». Estos son, sin unos proyectos de integración internacional, no lo resolvemos, Axel.

 

«A mí me tocó enfrentar, con una voz muy solitaria durante muchos años, al chavismo y al castrismo. Una de las razones fue la protección de Chávez al narcoterrorismo colombiano en territorio venezolano, algo que siempre lo han negado. Cuando el presidente Bush aceptó restablecer la interceptación aérea a pedido nuestro, eso nos ayudó mucho»

 
 
¿Qué piensa de la idea de legalizar las drogas? Milton Friedman decía que sería más fácil, porque el crimen organizado es muy rentable y difícil de combatir, lo que lleva a situaciones como las que estamos conversando. ¿Cuál es su visión al respecto? ¿Cree que, al sumar costos y beneficios, una legalización sería más beneficiosa que costosa?

 
Se inventan tantas drogas que el proceso de legalización será un proceso infinito e indefinido. Le voy a decir como es la legislación colombiana, que no ha cambiado. Presentaron otro proyecto para cambiarla. Primero, no criminaliza al consumidor. Esto para decirle que es una legislación muy razonable, y eso se ratificó en una reforma constitucional que le tocó liderar al gobierno nuestro en el 2009. Segundo, aquí no se pone preso ni se criminaliza al campesino productor de hoja de coca. Tercero, desde los años 60, Colombia es signataria de un tratado internacional que permite el uso científico y medicinal de estas drogas. Cuarto, Colombia ha dado licencias para la producción de cannabis para el tema medicinal, para el tema científico, etcétera. Colombia lo que dice es que el consumo es ilegal, no se criminaliza, pero es ilegal. Nosotros le dijimos al presidente Duque que eso le daba la oportunidad al gobierno de decomisar el consumo, decomisar la droga en las calles, parques y entornos escolares, etcétera. Se produjo un decreto. Que veo, aquí hay un problema de invasión de ventas criminales. Por ejemplo, la vinculación de jóvenes en la distribución de microtráfico que en otras partes del continente lo llaman narcomenudeo. Yo creo que con esta legislación se debería hacer un gran esfuerzo de capturar el gran narcotráfico. La extradición que hizo el gobierno nuestro ayudó mucho, nosotros extraditamos alrededor de 1.200 personas.

Colombia tiene toda la institucionalidad para luchar contra el lavado de activos y un gran esfuerzo en disminución y eliminación de cultivo, buscando las oportunidades alternativas de ingresos. Nosotros, en un país de regiones amazónicas como esta, con 600 mil hectáreas de selva, teníamos un programa llamado Familias Guardabosques, pagábamos a las familias por cuidar la selva, permitir la recuperación de la selva que habían destruido, y mantener áreas libres de drogas. Yo mantengo mucho miedo de que siga avanzando la droga. Por ejemplo, en Estados Unidos, uno ve que todos estos fenómenos que hacen parte de una ofensiva cultural pueden llevar a un punto de crear fisuras muy graves en la unión americana. En el caso general, ¿cómo vamos nosotros a seguir legalizando drogas? Me decían unos rectores norteamericanos, rectoras, pero personas que simpatizan con la cultura progre, me decían «tenemos un gran aumento de depresión de nuestros jóvenes, de suicidio, tendencias suicidas de los jóvenes derivado del consumo de drogas y la soledad creada por las pantallas. La marihuana es un camino, muy expedito y muy efectivo, y van llevando a drogas más y más fuertes».

Sobre la libertad, he dicho que lo que hace al hombre libre, y es lo que nos diferencia de la naturaleza, porque el ser humano es libre, es que puede tomar decisiones, racionalizarlas y controlar su voluntad. Los otros seres vivos de la naturaleza no son libres porque no lo pueden hacer. El mayor grado de libertad lo tiene el ser humano por el control que puede ejercer sobre todos sus actos. La droga va a alienar al ser humano, lo va sacando de ese espacio de libertad, lo va convirtiendo en un sujeto dominado por un factor enajenante. Por eso cuando se dice que la legalización es expresión de libertad, en mi concepto, es un camino hacia la esclavitud. Por eso yo creo que la legislación colombiana es razonable, y me parece muy grave avanzar de la no criminalización del consumo a la legalización, que es lo que hoy se debate en Colombia y en algunos estados de Estados Unidos con la marihuana. Por eso digo yo en la escala de las drogas, en la escala de los alienantes, de los factores que le quitan la libertad al individuo, esa escala no tiene fin. Por eso, la legalización nunca tendría fin.

 

«El crecimiento de la inseguridad comenzó en 2013, cuando el gobierno de Santos aceptó que el narcotráfico era delito político, no ordinario, para

financiar la sedición, que no tendrían cárcel y que no habría extradición. Por eso se pasó de entre 42 mil y 48 mil hectáreas plantadas con coca a 220 mil que recibió el presidente Duque. De los Estados Unidos nos dicen que hay más de 300 mil hectáreas de coca. Con esta economía criminal, no hay país que puede disfrutar los beneficios de la democracia»

 
 
¿En Colombia se debate la legalización del consumo o también de la comercialización?

 
En Colombia la comercialización es ilegal, hoy lo que quieren es legalizar el consumo que no está criminalizado. Usted a la cárcel mete al distribuidor, pero al consumidor no lo puede meter a la cárcel, ni al campesino productor. Pero como le decía, desde los años 60 este país es signatario de un tratado que permite el uso científico y medicinal de estas drogas, y este país ha dado licencias para la industrialización del cannabis como materia prima farmacéutica.

 


 
¿Es optimista respecto al futuro y los próximos diez años en relación con esta materia?

 
Va a depender primero del padre de familia. Porque creo en la familia y me parece que hay una vinculación entre familia y democracia. Creo que es un destructor de la familia y por ahí también es un destructor de la democracia. Entonces va a depender mucho de que haya una gran reacción de las familias. Primero en las familias, pero que se exprese también en los entornos escolares.

 
Muchísimas gracias por su tiempo, presidente.

 
Me ha dado mucho gusto y aquí lo leemos con mucho entusiasmo. Yo me formé en una universidad marxista, estudiando a profesores como Poulantzas, Martha Harnecker y Althusser. Nos enseñaron que el capital, la imaginación y el ahorro no creaban valor, y construyeron un odio de clases. Leerlo a usted me dado mucho gusto, porque explica de manera simple, pedagógica y entendible de cómo al valor contribuyen el trabajador, el empresario, el ahorro, la tecnología, la creatividad, la imaginación y el esfuerzo. Usted ha hecho una gran contribución a nuestros países con lo que nos ha enseñado. Es un honor para mí esta conversación.