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Editorial ÁTOMO – N.9.

Átomo
Revista Santiago, Chile Á - N.9

«Jesuitismo» no es una palabra de uso muy común. La Real Academia Española, sin embargo, tiene tres acepciones para ella y dos se refieren prácticamente a lo mismo: un «movimiento, doctrina, actividad» o «manifestación cultural» que se considere «propia de los jesuitas». Para esta edición de ÁTOMO, tomaremos en cuenta éstas, pero también nos acercaremos a la tercera, a la que se refiere al jesuitismo como un «comportamiento o actitud jesuítica», actitud, esta última, que para la RAE sería una actitud «hipócrita o disimulada».

Esta última acepción tiene su origen en el pasado: está más ligada a las luchas católicas internas que a otra cosa —se puede relacionar con la antigua y famosa «expulsión de los jesuitas» hecha por la Corona Española, y tratada en este número por Lucrecia Enríquez—.[1] En la actualidad, sin embargo, esta acepción también cobra sentido. Se podría decir que los jesuitas se han ganado el ser calificados de «hipócritas» y «disimulados» debido a la costumbre que adquirieron, especialmente en el último siglo, de juzgar públicamente a diferentes actores de la sociedad por actos y omisiones que ellos mismos, sin vergüenza, cometían secretamente. La Compañía de Jesús, así, hizo su fama y «carrera laboral-institucional» en el último tiempo criticando, en el espacio público, las más inofensivas conductas, como lo es estudiar en una universidad de barrio ubicada lejos de los barrios cívicos o reconocer el interés personal como un elemento crucial del orden social, como explica Antonia Russi. En cuestiones como abusos sexuales, y sus encubrimientos, eran especialmente obsesivos —al menos en Chile—, cuando los sujetos de crítica eran sus «competidores», a saber, otros líderes o grupos religiosos, especialmente aquellos que se relacionan con la elite. De este modo buscaron ubicarse social y estéticamente sobre un pedestal de superioridad moral respecto de los demás ciudadanos, pero, sobre todo, de los demás católicos. Sin embargo, como ha quedado demostrado en los últimos veinte años, entre todos ellos había tanto abusadores como encubridores de abusos, siendo, por lo tanto, muchas de sus figuras y líderes, culpables, y, a la vez, cómplices de actos que destruyeron la vida de cientos de personas tal como describen Russi y Oscar Contardo en este número de ÁTOMO.[2]

El disimulo constante de los jesuitas se refleja también en sus causas sociales. Enrique Lihn, en su poema «Revolución», hace alusión al paralelo existente entre la hipocresía revolucionaria y las causas sociales, el «amor por los pobres», de la Iglesia Católica. Se burla, de hecho, de la culpa: «…y soy, como se ve, un pequeño burgués no vergonzante /que ya en los años treinta y pico sospechaba que detrás del amor a los pobres de los sagrados corazones /se escondía una monstruosa duplicidad…».[3] Las causas sociales de los jesuitas, sin perjuicio del bien que han hecho, se han instrumentalizado para expiar culpas en nombre de Cristo, legitimarse y llegar e influir en la elite y el poder. A través de esta actividad, la Compañía ha inculcado en la sociedad el comunitarismo que muchos líderes jesuitas profesan, un colectivismo contrario a las libertades individuales y, por supuesto, opuesto a las democracias liberales. Los últimos aspectos son explicados por Daniel Loewe en su artículo para esta edición de ÁTOMO,[4] y por el historiador Loris Zanatta en entrevista con Axel Kaiser, quien profundiza en el libro que Zanatta escribió sobre los jesuitas y que es reseñado por Francisca García en esta publicación.

En Chile es interesante notar la cantidad de seminaristas-sacerdotes-líderes jesuitas que se alejan de la Orden para comenzar una carrera política, como el mismo Miguel Yaksic al que hace alusión la nota al pie número dos. Otro ejemplo importante es Luis García-Huidobro, quien, como jesuita, vivió entre diferentes comunidades indígenas y participó muy activamente en la discusión pública. [5] Después de un tiempo, dejó la Compañía de Jesús entre grandes entrevistas y anuncios de lucha por el indigenismo, al punto de llegar a ser vinculado incluso con organizaciones terroristas. En esta edición de ÁTOMO se publican también escritos sobre el coqueteo de la religión católica con el marxismo a través de la teología de la liberación, de autoría de Joaquín García Huidobro; sobre la influencia jesuítica en el político Fernando Atria, por Renato Garín; sobre el movimiento chileno «Cristianos por el Socialismo», por José Manuel Castro y sobre el amor de los jesuitas por revolución, por Gonzalo Larios, quien se centra en la figura del sacerdote belga Roger Veckemans, quien operó por toda Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XX. Además, se añaden artículos que relatan los aportes culturales que hicieron los mismos jesuitas en diferentes ámbitos de la vida social, tales como la economía, biología y otras ciencias. Por último, como es habitual en ÁTOMO, se publican diversos artículos misceláneos entre los que destacas la entrevista al músico Juan Pablo Izquierdo, una crónica de Alberto Fuguet sobre la visita de Mike Patton, una reflexión sobre constitucionalismo y reseñas sobre música clásica y jazz, entre otros

 

 

[1] http://jesuitasaru.org/la-historia-del-nombre-jesuitas/

[2] Al cierre de esta edición, el diario El País publicó un reportaje basado en el descubrimiento del diario de vida de un jesuita español que habría abusado de más de 80 niños en Bolivia, pero que habría sido encubierto por sus superiores tanto en Bolivia como España. Ver Nuñez, J. 2023. «El diario de un cura pederasta», El País, 30 de abril de 2023. Disponible en: https://elpais.com/sociedad/2023-04-30/diario-de-un-cura-pederasta.html

[3] Lihn, E. (2017) [1969]. «Revolución», en La musiquilla de las pobres esferas. Editorial UV de la Universidad de Valparaíso, página 33.

[4] Un ejemplo del acercamiento chileno de los líderes jesuitas a las teorías comunitaristas contrarias a las libertades individuales, se encuentra en el artículo del exsacerdote jesuita Miguel Yaksic —que hoy trabaja en el gobierno de Gabriel Boric (ver además siguiente nota al pie)—. Yaksic, M. (2016). «Bienes sociales constitutivos en la obra de Charles Taylor. Repensando la relación entre religión y política». Persona y Sociedad30(2), 77-94.

[5] Para más información sobre este punto ver: https://www.youtube.com/watch?v=W5QrACOkHLU y https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/weichan-auka-mapu-los-paramilitares-que-aterrorizan-la-macrozona-sur/7J5SNDNE4JGEJBT4XLJD5ENOXI/.

Otro reflejo del vínculo entre estética jesuita y poder político se deja ver en las declaraciones del historiador Alfredo Jocelyn-Holt sobre el jefe de gabinete del presidente Boric, Matías Meza-Lopehandía: «Lo que recuerdo de Meza-Lopehandía como alumno era su beatería, como de colegio jesuita, despectivo con liberales anticlericales». La Segunda, 26 de octubre 2022.