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El sustrato religioso del antiliberalismo latinoamericano

Populismo jesuita

Fernanda García
Subdirectora Ejecutiva y Directora del Programa de Pregrado Faro de la Universidad del DEsarrollo Á - N.9

 

 

 

Título: El populismo jesuita: Perón, Fidel, Chávez y Bergoglio

Autor: Loris Zanatta

Año: 2021

Editorial: Edhasa

 

 

Profundo análisis al libro de Loris Zanatta, quien expone el populismo jesuita presente en la educación e ideario de líderes latinoamericanos como Juan Domingo Perón, Fidel Castro, Hugo Chávez y el actual Papa de la Iglesia Católica, Francisco Bergoglio.

 

En su libro El populismo jesuita, el historiador Loris Zanatta postula una tesis audaz. Para el autor, al menos tres de los caudillismos latinoamericanos más emblemáticos de la segunda mitad del siglo XX: Perón, Fidel y Chávez, comparten una matriz ideológica común, que también gobierna el magisterio moral y religioso de Jorge Mario Bergoglio, jesuita y actual Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Se trata, para Zanatta, de populismos antiliberales que se construyen a partir del uso secularizado de la imaginería de la cristiandad hispánica «que moldeó durante siglos a América Latina»,[1] fenómeno al que el autor denomina «el populismo jesuita».

 

En términos formales, y si bien el texto se divide en seis capítulos, más una introducción y una conclusión, éste reconoce, en realidad, tres partes principales que coinciden con las tres etapas que se distinguen en el desarrollo del fenómeno populista en Latinoamérica: la cristiandad hispánica que da cuenta de una imaginería «prepopulista» (capítulo 1), el apogeo liberal (capítulo 2), y el período del populismo en un sentido estricto (capítulos 3, 4, 5 y 6). En esencia, el texto es un ensayo, que si bien contiene un análisis histórico riguroso, destaca más bien como un trabajo de carácter divulgativo, dirigido a un público amplio, no necesariamente especializado.

 

Para efectos de analizar el mérito de su aporte, es útil destacar dos ejes analíticos a través de los cuales Zanatta estructura su trabajo. El primero se refiere a la visibilización de la retórica religiosa y, en particular, de la denominada «Santa Pobreza», en la construcción narrativa y programática de algunos populismos. El segundo se vincula al establecimiento de una relación de colaboración consciente e intencionada entre parte del clero jesuita y los populismos antiliberales en América Latina.

 

El más importante mérito del trabajo de Zanatta se presenta a nuestro juicio en relación con el primer eje analítico enunciado, y consiste en tener la lucidez y valentía de visibilizar y posicionar a la retórica de la «Santa Pobreza» como un hilo conductor que subyace a las principales narrativas populistas antiliberales de Latinoamérica en los siglos XX y XXI, y que conserva al presente una preocupante vigencia en los discursos políticos de algunas izquierdas latinoamericanas. La «Santa Pobreza» consiste en la «utopía pobrista» inaugurada por el evitismo peronista, el que «así entendido (…) fue al mismo tiempo padre y prototipo de todos los otros populismos jesuitas. El primero en teorizar y practicar la confluencia entre cristianismo y comunismo que los mancomunó».[2] Esta doctrina resulta de la necesidad de reformular los discursos colectivistas y/o estatistas de los gobiernos antiliberales frente al estrepitoso fracaso de sus irresponsables políticas de gasto público, expansión estatal, y cercenamiento de la libertad económica y la propiedad privada.

 

«El más importante mérito del trabajo de Zanatta se presenta a nuestro juicio en relación con el primer eje analítico enunciado, y consiste en tener la lucidez y valentía de visibilizar y posicionar a la retórica de la “Santa Pobreza”, como un hilo conductor que subyace a las principales narrativas populistas antiliberales de Latinoamérica en los siglos XX y XXI»

 

El trabajo muestra cómo los gobiernos de Perón, Castro y Chávez inauguran sus gestiones con promesas de modernidad y prosperidad para sus pueblos. Castro prometió que liberado el pueblo cubano del régimen de Batista, este «sería el pueblo más rico del mundo»,[3] y Zanatta explicita cómo Perón y Chávez auguraron éxitos semejantes para argentinos y venezolanos, respectivamente. Pero a las épocas de ilimitado gasto estatal a manos de los caudillos antiliberales, y de la consecuente (y solo aparente) bonanza económica, siguieron, como resulta predecible, crisis socioeconómicas aún más profundas y dramáticas que aquellas que generaron el descontento popular, y que con tanta premura los populismos antiliberales se ocuparon de denunciar y endosar al mercado y a las potencias del primer mundo. Y es aquí donde el discurso populista lejos de reconocer su fracaso, enarbola la bandera de la pobreza como un título honorífico que entrega estatura y superioridad moral. Citando a Eva Perón «(…) la Argentina era una tierra feliz (…) “porque la humildad es un bien y la pobreza un título”». E invocando a Castro ante la pobreza sin precedentes que había azotado a la isla por décadas, lejos de las promesas iniciales de modernidad y progreso de su régimen, «(…) “Ser pobre es un honor” (…). [Castro] Despreciaba la prosperidad que en otro tiempo había garantizado a viva voz: “me han dicho que ha disminuido el producto per cápita; ¿y el per cápita moral?”. Era inútil “aumentar la riqueza si luego disminuía la conciencia” (…)».[4]

 

En consecuencia, en este primer eje analítico, Zanatta realiza un aporte valioso y oportuno al debate regional sobre cuál es el modelo social y político que permite de mejor manera contribuir a la dignidad material y espiritual de América Latina hoy. Su aporte no descansa (necesariamente) en la defensa de tal o cual modelo económico, sino en dejar de manifiesto el modus operandi populista que está hoy tan vigente como ayer y que consiste en: (i) diagnosticar la falencia social culpando irracionalmente y sin matices a su adversario ideológico; (ii) ofrecer e implementar (cuando puede) remedios facilistas, irresponsables y efectistas para lidiar con tales falencias; y (iii) finalmente, frente al fracaso (previsible e inevitable) de sus políticas públicas, glorificar al decrecimiento, al subdesarrollo y, en definitiva, a la pobreza ahora profundizada merced de su política, como un testimonio de integridad ideológica y superioridad moral colectiva.

 

De esta manera, el ensayo denuncia de forma explícita y valiente la verdadera faz de las retóricas de victimización latinoamericana y de mistificación del decrecimiento y del subdesarrollo, que, presentes en el pasado en los caudillismos que expone, permean con fuerza en el presente las narrativas colectivistas de diversos regímenes de izquierdas en la región.

 

El segundo eje analítico del libro se refiere a dar testimonio de la existencia de una colaboración antiliberal consciente y recíproca, entre la labor eclesial jesuita por una parte, y la construcción narrativa y programática sucesiva de los gobiernos de Perón, Castro y Chávez, y del magisterio moral y religioso de Bergoglio, por la otra. La investigación sugiere que la coordinación e influencia recíprocas entre religión y política van más allá de la coincidencia espontánea de sus discursos y visiones, y supone más bien continuidades, colaboraciones, influjos y respuestas, más o menos coordinadas, pero intencionadas al fin, de parte de ambas fuerzas.

 

«Y es aquí donde el discurso populista lejos de reconocer su fracaso, enarbola la bandera de la pobreza como un título honorífico que entrega estatura y superioridad moral».

 

Es en este aspecto donde podría considerarse que la obra presenta algún grado de imprecisión u oscuridad en la línea argumental, sobre las cuales vale la pena matizar y reflexionar. La construcción histórica de Zanatta, rica en ejemplos, da cuenta de cómo en una primera etapa que se extiende hasta fines del siglo XVII, período que designa como la «cristiandad hispánica», la autoridad eclesial imprimió una fisonomía unanimista, jerarquizada y corporativista en la sociedad y cultura de América Latina. Esta visión descansa en la noción de un pueblo naturalmente bueno e indiviso, que obediente al autoritarismo religioso de origen divino, se manifiesta como expresión de virtud homogénea, y no plural, de filiación corporativa, y no de representatividad individual, y de ordenación jerárquica y sumisión irreflexiva, a diferencia de la racionalidad ilustrada que habría de llegar con el momento liberal.

 

La segunda etapa, que va desde principios del siglo XVIII y hasta 1910, corresponde en cambio al apogeo del liberalismo. En ella, el autor afirma que la autoridad eclesial y su cosmovisión autoritaria, unanimista, jerárquica y corporativista, fue relegada a un segundo plano en la imaginería colectiva, siendo su esquema social reemplazado por un orden racional ilustrado y el modelo de democracia liberal. Esta etapa, donde los ideales liberales de racionalidad, pluralismo, representatividad individual e igualdad penetran las instituciones sociales, es concebida por la cosmovisión eclesial como un período de corrupción y disgregación de la unidad orgánica del pueblo. Es también percibida por ellos como una época de pérdida de poder terrenal. Lo que el autor sugiere es materia de especial preocupación para la Compañía de Jesús, a tal punto que la condiciona a mutar desde una cercanía política a las ideas de derecha, a un acercamiento deliberado a las ideas de izquierda aun a costa de obviar el evidente divorcio entre la postura creyente frente al ateísmo marxista.

 

La tercera y última etapa, correspondiente a los siglos XX y XXI, es la que el autor identifica como el período de emergencia de los populismos en un sentido estricto. En lo que constituye el núcleo del trabajo, el autor da cuenta del matiz más audaz de su tesis: los siglos XX y XXI son el escenario en que la postergada autoridad eclesial aúna esfuerzos de diversa índole, pero de carácter intencionado, con las corrientes políticas antiliberales, para reconquistar el orden social unanimista, jerárquico y corporativista, valiéndose para ello de la imaginería cristiana subyacente en el inconsciente colectivo socio cultural de América Latina y su gente. Nuevamente aquí el autor pone de manifiesto la vocación de poder que motiva la labor eclesial jesuita hacia una reconquista de la relevancia perdida, que no duda al efecto en construir alianzas con la izquierda atea; mismo fenómeno que identifica en el proceder de líderes como Fidel, que no vacila en invocar la imaginería religiosa para el logro de sus objetivos.

 

El autor es exitoso, a nuestro juicio, en construir una línea histórica sólida, que demuestra cómo la imaginería autoritaria que jesuitas y otros miembros de la cristiandad imprimieron a las sociedades hispanoamericanas hasta el siglo XVII, y que fuera postergada por el influjo liberal, sirve de base para que discursos populistas penetren con fuerza en la población a partir de los siglos XX y XXI. Así, muestra cómo sendos discursos populistas emulan homilías eclesiales, cómo protestas y marchas se convierten en verdaderas procesiones rituales, cómo la figura del pobre es elevada a la santidad y la del rico rebajada a la del pecador, y cómo el propio Cristo es presentado y reivindicado como el primer revolucionario. Y cómo, qué duda cabe, se utiliza la figura del caudillo como un mesías que trae redención, frente al apocalipsis del liberalismo desintegrador e individualista.

 

Pero pese a que Zanatta es exitoso en identificar los elementos antiliberales de la imaginería religiosa, y destacar su coincidencia y funcionalidad para la construcción y penetración de las narrativas populistas de ciertos caudillos, no parece en cambio lograr acreditar, con la misma solidez, una colaboración intencionada entre el clero jesuita y los gobiernos referidos. En este sentido, y pese a los méritos expuestos, el texto es más bien especulativo, y —por qué no decirlo, parece más bien buscar provocar el interés del lector que dar cuenta de un corpus de fuentes sólido, que vincule el ministerio de la Compañía de Jesús y los populismos políticos en particular.

 

Además de las coincidencias conceptuales y narrativas de sus postulados, Zanatta se limita a constatar como evidencias de vinculación entre jesuitas y caudillos la presencia y/o apoyo de personeros eclesiales jesuitas en diferentes gobiernos, así como el hecho de que la formación escolar de algunos de estos líderes fue llevada a cabo por la Compañía de Jesús. Con todo, y como hasta el propio autor reconoce «(…) no todos los populismos latinos son “jesuitas”, no todos los jesuitas son “populistas” (…)». En este sentido, la decisión de denominar al fenómeno relacional como «populismo jesuita» parece tener un propósito efectista, que genera al lector expectativas que la obra luego no satisface. Asimismo, y desde un punto de vista metodológico, el trabajo se ve limitado en su validez por la decisión de restringir el objeto de la investigación a ciertos caudillismos determinados de la historia de América Latina, lo cual disminuye la capacidad de la obra para realizar una mirada de conjunto sobre la relación causal entre la imaginería de la cristiandad hispánica y la acción política de los populismos en América como un todo más amplio y complejo. En otras palabras, reducir la investigación solo a la Compañía de Jesús, y a los caudillismos de Perón, Castro y Chávez, excluyendo a los demás populismos y órdenes religiosas, afecta la posibilidad de comprender, desde una perspectiva más amplia, el problema estudiado. En materia política, ¿qué ha sucedido con otros regímenes latinoamericanos de corte populista que han mantenido contactos estrechos con partes del clero y sus visiones? Esta falencia se subsana al menos parcialmente con las referencias que Zanatta hace a la presencia eclesial en los regímenes socialistas y comunistas de Salvador Allende en Chile y del sandinismo en Nicaragua. Pero ¿qué hay de los demás? Por otra parte, ¿qué ocurría con las órdenes franciscanas, salesianas, y más recientemente, con los Legionarios de Cristo y el Opus Dei? ¿Qué rol han cumplido los sacerdotes como educadores y líderes sociales en esas otras órdenes? ¿Y qué hay de los propios sacerdotes jesuitas que se han manifestado como críticos abiertos de los regímenes de Perón, Castro y Chávez?

 

El autor parece anticipar estas objeciones cuando señala «va de suyo, pero mejor precisarlo. Es más: “el populismo jesuita no es exclusivo de los jesuitas” (…)». Ese matiz, con todo, hace cuestionable la designación del fenómeno religioso-populista con referencia exclusiva a la Compañía de Jesús, máxime aun cuando esa designación da lugar al título del libro en comento.

 

Esta falencia puede ser hasta cierto punto excusada, como lo sugiere y pide el propio autor, cuando advierte que por «(…) tratarse de un viaje largo (…) el libro se detendrá solamente en las metas y paisajes clave [lo que] implicará algunas simplificaciones y muchas generalizaciones (…) por amor a la fluidez, el texto corta sin piedad el aparato bibliográfico. Quiero sin embargo, aclarar que realicé años de investigación sobre cada uno de los temas tratados: puedo equivocarme, desorientar, irritar, pero sé de lo que hablo».[5] En este sentido, el texto debe entenderse en cierto modo fundamentado por el contexto del extenso trabajo histórico de Zanatta, cuya obra de décadas se ha centrado de manera seria y prolífica al estudio de los vínculos entre religiosidad cristiana y populismos latinoamericanos.[6]

 

«De esta manera, el ensayo denuncia de manera explícita y valiente la verdadera faz de las retóricas de victimización latinoamericana y de mistificación del decrecimiento y del subdesarrollo, que, presentes en el pasado en los caudillismos que expone, permean con fuerza en el presente las narrativas colectivistas de diversos regímenes de izquierdas en la región».

 

Además, el valor de un trabajo de carácter especulativo en esta materia reside en poner sobre la mesa de discusión el tema de la politización del lenguaje religioso en la actualidad, especialmente considerando que muchas de las alocuciones del actual Sumo Pontífice, Jorge Mario Bergoglio, se refieren a una cuidada selección de temáticas que insisten en fustigar al mercado como causante de muchas de las indignidades y pobrezas de la humanidad actual.

 

En resumen, las exigencias que impone la necesidad de síntesis, el sustento supletorio que aporta el sólido corpus de la obra histórica de Zanatta, el valor de abrir la discusión en las materias aquí expuestas, y, sobre todo, el importante mérito de visibilizar la retórica sobre la «Santa Pobreza», tan vigente en los discursos políticos de Latinoamérica hoy, permiten excusar las generalizaciones y el grado especulativo de los que adolecen ciertos argumentos del texto. En este sentido, el ensayo ofrece una lectura interesante y se convierte en un aporte para la discusión local y regional en materia de qué es lo que constituye al populismo antiliberal y de los peligros y desafíos que encierra la politización de la religión.

 

 

[1] Zanatta, Loris (2021). El populismo jesuita: Perón, Fidel, Chávez y Bergoglio. Buenos Aires: Edhasa. Página 9.

[2] Ibíd. Página 51.

[3] Ibíd. Página 73.

[4] Ibíd. Páginas 75 y 76.

[5] Ibíd. Página 11.

[6] Véanse Fidel Castro, Historia de América Latina, El populismo, Eva Perón, La larga agonía de la Nación Católica: Iglesia y dictadura en la Argentina, entre otros.