Claudio Arrau – The Complete Warner Classics Recordings
Claudio Arrau (piano), varios intérpretes y orquestas
24 CDS
Warner Classics, 2022
Warner edita su propia integral del pianista chileno. La calidad de los reprocesados la convierte en una colección imprescindible para recordar su legado.
El formato de disco compacto ha experimentado un crecimiento sorprendente en los últimos años. Decimos sorprendente porque se suponía que los servicios de streaming y los archivos digitales habían llegado para quedarse y de pasada darle una sepultura definitiva al formato surgido en 1981. El periodista musical Rob Sheffield, en la edición de Rolling Stone de febrero de 2023, nos advertía de este renacimiento del soporte que, diga lo que se diga, sigue siendo la forma física más segura y duradera de almacenar música. La industria de la música clásica, una de las más afectadas cuando comenzó la crisis del formato físico, es probablemente la que mejor se ha reinventado para volver con nuevas fuerzas al disco compacto. Es una buena noticia. La razón de la resurrección del disco compacto en la industria clásica ha sido consecuencia de ediciones con una interesante curatoría, de la difusión de repertorios desacostumbrados y de una elevación de los estándares, los cuales estaban muy decaídos debido a ediciones descuidadas, grabaciones de calidad dudosa tomadas generalmente del vivo, abaratamiento de costos en ingeniería del sonido y falta de renovación del repertorio. En medio de este contexto Warner Classics viene haciendo muy bien las cosas desde hace algunos años con ediciones espléndidas sacadas de los fondos de sus catálogos EMI, TELDEC, ERATO, entre otros. Lo ha hecho por medio de dos tendencias: publicar ediciones completas o semicompletas de compositores y publicar ediciones con discografías completas de artistas emblemáticos del sello.
«Arrau es un pianista eminentemente polifónico: se le oyen todas las líneas discursivas y todas ellas cantan»
Lo de las ediciones completas por compositor se abrió con Gustav Mahler en 2010 (19 discos), le siguió Poulenc (2012, 20 discos) y Satie (2015, 10 discos); después hubo una edición Bach en 2018 (153 discos). Sin embargo, la sorpresa vino con las curatorías casi perfectas de las ediciones Debussy (2018, 33 discos), Berlioz (2019, 27 discos) y Ravel (2020, 21 discos), ya que marcaron la tendencia de libretos muy dedicados, índices ordenados por obra y año, y bellas presentaciones con pinturas francesas en cada disco. Entre medio se les coló una excelente edición Beethoven (2019, 80 discos). En 2021 hubo bemoles, quizá abusaron del éxito de las ediciones anteriores y descuidaron en algo la selección y las notas. Surgieron así las ediciones Stravinski (23 discos), Dvorak (27 discos), Albinoni (16 discos), Bartók (20 discos), Josquin (34 discos). La senda correcta se retoma con Manuel de Falla (2021, 11 discos), Saint-Säens (2021, 34 discos), Franck (2022, 16 discos) y Vaughan Williams (2022, 30 discos).
En el apartado de artistas, el director de orquesta Wilhelm Furtwängler fue el primero en recibir una edición enciclopédica y cuidada en 2021, con todas las grabaciones oficiales en estudio, incluyendo los registros Deutsche Grammophon y DECCA en una espléndida caja de 55 discos. La ingeniería en esta producción será una constante en las ediciones Warner. Estuvo a cargo de Art & Son Studio de Francia, quienes ya habían trabajado con el legado de Maria Callas, Yehudi Menuhin y John Barbirolli. Claudio Arrau y Walter Gieseking son los siguientes en recibir este trato preferencial, editando en estricto orden cronológico las grabaciones completas en el sello (y etiquetas anexas) de ambos pianistas, con toda la documentación de fuentes muy bien expuesta y en reprocesados nuevos y de gran calidad técnica.
Vamos con Claudio Arrau. La caja contiene 24 discos con grabaciones presentadas, según se señaló, en estricto orden cronológico, desde 1921 a 1962. El libreto es notable, buenas fotografías y carátulas originales, salvo en los casos de las primeras grabaciones, ya que, en ese entonces, no existía el concepto de diseño gráfico para cubiertas de discos. Se trata de todas sus grabaciones EMI y otros registros de preguerra, venidos de otras casas editoras. De este modo, por fin, toda la discografía oficial en estudio del maestro ya está disponible en tres ediciones recopilatorias: la caja de 12 discos Sony (2016), la caja de 80 discos Philips (2018, reseñada en ÁTOMO N.2.) y la caja que ahora se comenta. Todo Arrau en estudio (más algunos aportes del vivo), suma 116 discos. Existen repeticiones entre estas cajas, pero no son numerosas y corresponden a los registros más antiguos. De modo que el comprador tiene la absoluta seguridad de que no está repitiendo la mayoría de los discos. Para Arrau en vivo, es probable que sea Music and Arts el llamado a realizar una edición recopilatoria. Esperemos que no pasen tantos años para ello.
Obviamente, la mayoría de lo presentado en estos 22 discos ya ha sido publicado, algunas veces en más de dos ocasiones. Pero de las tres cajas mencionadas, esta es la más novedosa, presentando algunos inéditos sensacionales: de Chopin el Estudio op. 10 No4 (1950), de Liszt el Valse oubliée (1950) y Au bord dúne source (1950), de Beethoven una fabulosa Sonata 30 (1957). También se incluyen unos registros de cámara de 1927 en que la parte de piano se atribuye a Arrau: el Trío con piano, op. 11 de Beethoven (movimientos 2 y 3) y los tríos con piano de Schubert D. 898 y D. 929 (tercer movimiento en ambos casos).
«Incluso para quienes posean la gran mayoría de estos registros, la calidad de la edición, su carácter enciclopédico y, por sobre todo, la calidad de los reprocesados, la vuelven muy recomendable»
El resto lo conocemos y muy bien. Encontraremos el ciclo de conciertos beethovenianos con la conducción de Alceo Galliera, pero complementado con los conciertos 3, 4 y 5 dirigidos por Otto Klemperer (que habían estado publicados en Testament). El ciclo con Galliera es toda una clase magisterial y no son pocos quienes prefieren esta primera aproximación a las posteriores con Bernard Haitink y Colin Davis. En el apartado de Sonatas encontraremos 12 de ellas (7, 14, 18, 21, 22, 23, 24, 26, 28, 30, 31, 32). Por su parte, a los archipublicados Conciertos de Brahms —con Carlo Maria Giulini en la dirección— se agrega el registro del primero de ellos, de 1947, con Basil Cameron en el podio. Se reeditan los conciertos de Grieg, Schumann, el Konzertstück de Weber y el Concierto 1 de Tchaikovsky, todos dirigidos por Alceo Galliera.
En el apartado solista, aparte de las lecturas de las sonatas beethovenianas, destaca el Schubert absolutamente de referencia de Arrau (se incluye su único registro de la Fantasía Wanderer) y esa Sonata 3 de Chopin que la pueden seguir editando, siempre será imprescindible y novedosa. Mención aparte merece también otro registro muy publicado en distintos sellos históricos: me refiero al Carnaval de Schumann (1947), lo novedoso acá es el sonido. Los reprocesados del equipo de Warner son impresionantes. Si audicionamos por cajas acústicas costará determinar si la grabación es monofónica. El fenómeno de mejora se experimenta en todos los discos, incluso en los Brahms con Giulini, que ganan en claridad y profundidad y, al fin, hacen que estos registros estén a la altura de sus reseñas críticas.
¿Qué podemos decir del arte que atraviesa estos discos? Me limito a un resumen de lo ya señalado en la reseña de la edición Philips de 2018, publicada en ÁTOMO N.2.: Arrau es un pianista eminentemente polifónico: se le oyen todas las líneas discursivas y todas ellas cantan; su proverbial mano izquierda hace que otros pianistas parezcan artríticos (según palabras del gran pianista Emanuel Ax). Arrau es un pianista armónicamente denso, colorido, de tremenda dinámica. Su paleta sonora es de las más impresionantes entre los grandes maestros del teclado. Sin duda, el sonido de Arrau es único, paradójicamente denso, pero de claridad casi pedante. En cuanto a la imaginación de su discurso asistimos a otra lección, es cosa de seguirlo en sus dos registros del Carnaval de Schumann (el primero de ellos en esta caja Warner): cada frase está llena de sentido arquitectónico y poético. Y esto nos conduce a otra conclusión: Arrau no es un pianista eminentemente «germano» como a veces lo encasilla la crítica. Su repertorio francés y español está entre lo más grande que se haya grabado; además, su lectura de los maestros alemanes o austríacos no es jamás severa, en ellas hay cierta italianidad en el canto, en la suavidad de los ataques que pese a todo suenan poderosos (sonidos de organista o zarpazos felinos diría el director Colin Davis).
Esta caja es imprescindible para quienes deseen conocer a Arrau y para quienes no conozcan su legado en EMI. Incluso para quienes posean la gran mayoría de estos registros, la calidad de la edición, su carácter enciclopédico y, por sobre todo, la calidad de los reprocesados, la vuelven muy recomendable.