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Sinfonía 12 de Allan Pettersson

Muertos en una plaza chilena

Germán Reyes Bush
Santiago, Chile Á - N.7

Allan Pettersson

Symphony No. 12 «The Dead in the Square»

Eric Ericson Chamber Choir / The Swedish Radio Choir (Radiokören)

Norrköping Symphony Orchestra

Christian Lindberg, conductor

1SACD

BIS, 2021

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La Sinfonía 12, «Los muertos de la plaza» del sueco Allan Pettersson es la pieza sinfónica más importante que se ha escrito usando textos de Neruda ­–con el perdón de Becerra y su excelente «Alturas de Machu Picchu»–. Es probable, además, que sea una de las sinfonías corales más importantes de la segunda mitad del siglo XX, junto con la sinfonía 10 de Villa-Lobos y la preciosa 13 «Babi Yar», de Shostakovich. Pettersson, quien volverá a usar textos de Neruda en su espléndida cantata «Vox Humana», adapta parte del inmenso «Canto General» del poeta chileno, en particular la sección: «La arena traicionada» de donde vienen las referencias a la Masacre de la Plaza Bulnes, ocurrida en 1946. Un hecho trágico en que las fuerzas del orden asesinaron a seis manifestantes, entre ellos a Ramona Parra (el coro canta su nombre fuerte y claro).

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«La sinfonía es extremadamente compleja, emocionalmente demandante y necesita reiteradas audiciones para que demuestre su soterrado lirismo».

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La sinfonía es extremadamente compleja, emocionalmente demandante y necesita muchas audiciones para que demuestre su soterrado lirismo. La obra fue encargada en 1973 para celebrar los 500 años de la Universidad de Uppsala. Pettersson se dedica a aquello incluyendo por primera vez la voz en una de sus sinfonías. Al poco andar llegan noticias de Chile: Golpe de Estado, Allende y Neruda recién muertos. La masacre de Plaza Bulnes se convierte así en metonimia de lo que pasaba en el país de América del Sur. Pettersson estaba devastado, conocía el proyecto chileno, y lo compartía como hijo que era de la sufrida clase obrera sueca de la primera mitad del siglo XX. Escribe que está con los pobres de Chile que le recuerdan su propia pobreza: Pettersson decía que como hijo de obrero él también era del Tercer Mundo. La obra se estrenó en 1977. Asistieron rectores de universidades de todo el mundo. De Chile no fue nadie.

 

La Sinfonía 12 es una de las sinfonías «difíciles», entre las ya difíciles sinfonías de Pettersson. Existían un par de registros anteriores. Uno de ellos, excelente, todavía disponible con Manfred Honeck. Sin embargo, el que acá reseñamos, con Christian Lindberg, es definitivo. La grabación es extraordinaria, los coros (coros de la Radio Sueca y el celebérrimo coro Eric Ericson) cantan con claridad casi milagrosa durante los enmarañados 56 minutos de la obra. Pettersson no concibe la escritura vocal aparte de la instrumental remitida esta vez a una orquesta enorme. El coro canta como si fuese la cuerda de una gran orquesta sinfónica.

 

Tras una hora, la conclusión es casi evidente: Esta es una sinfonía rabiosa, muy dolida, una sinfonía que produce un profundo malestar, como debe ser si queremos que el arte devele las verdades profundas. Mientras la «Babi Yar» de Shostakovich muestra cierta luz en su lírica e irónica disolución (los verdugos morirán y solamente sus víctimas trascenderán), en «Los muertos de la plaza», en cambio, la atrocidad no tiene reposo. A veces un poco de tierna luz sirve de remanso para que después la indignación sea mayor. La Sinfonía 12 es una gran sinfonía, pero también es un grito escandalizado contra el olvido de los humillados y ofendidos de siempre. La obra no se ha estrenado en Chile.