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Editorial Átomo – N°7

Átomo
Revista Santiago, Chile Á - N.7

Uno de los más famosos «experimentos naturales» de los últimos siglos ha sido la puesta en marcha en Estados Unidos, entre los años 1920 y 1933, de la famosa ley seca. Este experimento, conocido como Prohibition en inglés, fue, indiscutible y lamentablemente, fallido. Buscando disminuir el consumo de alcohol y sus irrefutables problemas sociales derivados, mediante una ley se prohibió —y persiguió criminalmente— la producción, transporte y venta de todo producto alcohólico para ser consumido como bebestible. Nosotros, hoy, el 2021, podemos agradecer a esa ley la cantidad de personajes, películas y literatura que creó a su alrededor, pero sus contemporáneos no solo sufrieron de no poder tomar vino, whisky y cervezas, sino que de una enorme ola de violencia, corrupción y millones de muertes inocentes generadas por las diferentes mafias que aparecieron controlando los mercados negros. El cliché se hizo realidad: el remedio fue peor que la enfermedad. Las cárceles, además, estaban atestadas por esa simple razón, la de tomar una copa de vino. Si bien es fácil observar y percibir toda esa violencia por los asesinatos y diferentes crímenes asociadas esta ilegalidad, por lo general, se olvida la enorme cantidad de corrupción que este embrollo ilegal genera en los más diferentes ámbitos de nuestras vidas: las mafias que vendían alcohol —o venden drogas hoy— empiezan a controlar barrios, negocios inmobiliarios y todo tipo de comercios —más allá de la compra y venta de ilícitos— y abarcan un sinfín de ámbitos que llegan incluso a contaminar la política, infectando todo el ambiente económico y social. Esto es lo que describe el dramático relato de Marcos Tarre para esta edición de ÁTOMO sobre el caso de la cocaína y lo ocurrido en los últimos años en Venezuela. Basta también abrir cualquier diario latinoamericano o simplemente ver las populares series de Netflix, «Narcos» o «Narcos México» para darse cuenta de cómo las drogas contaminan socialmente todos los ámbitos de nuestras vidas, aunque incluso nadie se dé cuenta ni sea claramente visible a ojos de la opinión pública.

 

Así como se conocen diferentes vinos, cervezas y otros tipos de alcoholes sofisticados para consumir desde hace miles de años, se conocen también los más diferentes y sofisticados tipos de drogas que han sido consumidas a través de nuestra historia. Hay evidencia de que la producción de drogas con todo tipo de cultivos es tan antigua con como las primeras civilizaciones y que incluso fomentó el desarrollo de nuestro lenguaje, las artes y la religión.[1] Esta importancia del alcohol o las drogas en las diferentes culturas no se reconocía culturalmente hace 30 años atrás, solo quedaba reducida a conversaciones entre historiadores, antropólogos y otros académicos, dijo Patrick McGovern a la National Geographic.[2] La prohibición legal y cultural del consumo de todo tipo de drogas es algo relativamente nuevo en la historia de nuestra especie y somos poco conscientes de ello. Este fenómeno de nuestra relación con las drogas es el que describe en sus famosos libros el filósofo español Antonio Escohotado, autor al que Leonidas Montes le dedica un obituario para esta edición, ya que murió mientras editábamos la revista luego de haber visitado Chile hace unos años. Neil Davidson, por su parte, revisa esta tradición cultural con alucinógenos introduciéndose en la historia que unió al banquero del JPMorgan, R. Gordon Wasson, con el intelectual inglés Robert Graves. Se revisan, además, diferentes libros que han sido publicados analizando la violenta y fracasada guerra contra las drogas o los ocultos problemas de los opioides legales que, debido a su parcial y errónea legalización-regulación en Estados Unidos, ha llevado a graves problemas de salud pública. Tal como explica para esta edición Francisca Florenzano, exdirectora de Senda, la institución chilena que se encarga de prevenir y rehabilitar el consumo de drogas y alcohol en Chile, es hora de analizar nuevas políticas que logren controlar el consumo de alcohol y drogas sin prohibirlos, nunca negando sus efectos negativos, pero tampoco renegando del fracaso que ha sido la política pública su prohibición. Estos esfuerzos, coinciden los expertos, deben ser muy bien aplicados y coordinados, lo que podría traer, además de la disminución de violencia, mafias y corrupción empresarial y política, un gran aumento de recursos para el Estado debido al ahorro de los excesitos gastos que trae consigo la guerra contra las drogas y por el aumento de los ingresos directos por impuestos que serían cobrados, los que podrían ser utilizados en programas de vivienda, educación o en los mismos programas enfocados la demanda por drogas ilegales: prevenir y disminuir su consumo,[3] consumo que puede ser tan dañino en términos de salud pública como las drogas legales o la comida chatarra, como explica el director de los estudios económicos de pregrado de Harvard, Jeffrey Miron, en su conversación con Axel Kaiser para esta edición. Una clásica y famosa campaña en favor de la legalización de las drogas hizo también hace muchos años Milton Friedman. Él, que había vivido toda la época de la ley seca en el mismísimo Nueva York durante los años 20, fue de los primeros en oponerse a la «guerra contra las drogas» que iniciaba Nixon —presidente al cual él apoyaba y asesoraba—. Una columna suya en 1972 publicada en Newsweek y titulada «Prohibition and drugs» desestabilizó completamente la opinión pública e inició el cambio de balanza que se ve hoy al respecto.[4] En 1991 seguía defendiendo su idea: en una entrevista televisada dijo que en Estados Unidos «habrían la mitad de cárceles, la mitad de prisioneros, diez mil menos homicidios por año, barrios conflictivos y pobres donde la gente, en vez, podría tener la oportunidad de vivir sin temer por sus vidas, ciudadanos sin problemas de drogadicción sin tener que depender de narcotraficantes ni convertirse en criminales, además de tener la oportunidad de consumir, si es que quieren, drogas de las que están seguros acerca de su calidad y sanidad. La verdad es que lo mismo que ocurrió bajo la ley seca está ocurriendo hoy, las muertes por envenamiento por consumo de alcohol aumentaron mucho debido a que en el mercado negro se mezclaba el alcohol con otras sustancias falsas y tóxicas. Lo mismo ocurre con las Drogas prohibidas, Muertes por sobredosis, por drogas adulteradas, aumentan».[5]

 

La cruzada de Friedman por legalizar y descriminalizar las drogas continuó hasta su muerte. Siguió repitiendo y perfeccionando exactamente los mismos argumentos fácticos con los que la inició en 1972 insistiendo que aún no era enfrentado a razones que empíricamente destruyeran su tesis, además de sumar algunos más. Escribió diferentes artículos, columnas y cartas tanto en revistas como diarios como el New York Times y Wall Street Journal.[6] Todos estos argumentos consecuencialistas aparecen repartidos en los diferentes escritos para esta edición, sin embargo, los argumentos relativos a la libertad individual son abordados de manera más específica por Daniel Loewe en su artículo «Drogas. Entre la libertad, el paternalismo y el orgasmatrón». Todos estos escritos son acompañados, como siempre, de diferentes escritos, crónicas y ensayos libres sobre arte, música y literatura, continuando con el espíritu editorial de ÁTOMO.

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[1] McGovern, P. E., Zhang, J., Tang, J., Zhang, Z., Hall, G. R., Moreau, R. A., … & Wang, C. (2004). «Fermented beverages of pre-and proto-historic China». Proceedings of the National Academy of Sciences, 101(51), 17593-17598.

[2] Curry, A. (2017). «Alcohol. Un romance de 9000 años». National Geographic.

[3] Ekins, G., & Henchman, J. (2016). «Marijuana legalization and taxes: Federal revenue impact». Tax Foundation.

[4] Ver el trabajo Thorton, M. (2016). «Milton Friedman, Drug Legalization, and Public Policy», en Friedman: Contributions to Economics and Public Policy, 464.

[5] Entrevista disponible en https://www.aei.org/carpediem/ milton-friedman-interview-from-1991-on-americaswar-on-drugs/

[6] Para revisar la historia de la cruzada de Friedman, leer Thorton, M. (2016). «Milton Friedman, Drug Legalization, and Public Policy», en Friedman: Contributions to Economics and Public Policy, 464.