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Debut histórico

De 23 años: Immanuel Wilkins

Roberto Barahona
Santiago, Chile. Á - N.6

«Su música es influenciada por la historia, el movimiento de derechos civiles y las enseñanzas espirituales de la iglesia negra, así como la continua lucha por la justicia racial en Estados Unidos. Personifica el jazz moderno en 2020, con una melodía intrincada que se mueve dentro de polirritmos. Estos temas podrían ser demasiado para un joven saxofonista, pero Wilkins está preparado».

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Immanuel Wilkins nació para ser una estrella. El saxofonista y compositor de 23 años no solo ofrece una poderosa música personal con la fuerza de John Coltrane y la percepción progresiva de Ornette Coleman, sino que también se centra en un mensaje fundamental en su intento de canalizar la experiencia negra en Estados Unidos a través de su sonido. Omega, su majestuoso álbum debut, fue producido por el pianista Jason Moran y cuenta con un joven y prometedor equipo formado por Micah Thomas en piano, Daryl Johns en bajo y Kweku Sumbry en batería.

 

Wilkins posee un tono profundo, cálido y emocionalmente poderoso, influenciado no solo por la tradición del jazz sino también por la del gospel. Desde fines de su adolescencia, ha sido un acompañante esencial para una notable variedad de artistas que incluyen además de Moran, a Gretchen Parlato, Bob Dylan y Wynton Marsalis. Aunque el saxo alto es su instrumento principal, también es experto en soprano y tenor. En estudio ha trabajado como acompañante con los bajistas Ben Wolfe y Harish Raghavan, el vibrafonista Joel Ross. También se desempeña como saxo alto en la Orrin Evans & The Captain Black Big Band.

 

Wilkins perfeccionó sus habilidades tocando en la iglesia, además de estudiar en programas dedicados a la enseñanza de jazz en el famoso Clef Club of Jazz and Performing Arts de Filadelfia, su ciudad natal. Estudió música en la escuela secundaria, pero también en el Kimmel Center, donde además de sus instructores habituales, frecuentemente participaban músicos de jazz de primer nivel, como el baterista Mickey Roker, el bajista Jamaaladeen Tacuma, el saxofonista Steve Coleman y el líder de la banda de Sun Ra Arkestra, Marshall Allen.

 

Wilkins se mudó a Nueva York en 2015 para asistir a la Juilliard School, donde obtuvo su licenciatura. Allí estudió con los saxofonistas Bruce Williams y Joe Temperley. El trompetista y compositor Ambrose Akinmusire, actuó como su mentor y facilitador para ayudarlo a navegar la escena del jazz de la ciudad.

Omega fue lanzado por el sello Blue Note en mayo de 2020. Grabado en el Sear Sound Studio de Nueva York, con un cuarteto compuesto por Thomas, Johns y Sumbry, el álbum consta de una colección de once temas originales. La música es influenciada por la historia, el movimiento de derechos civiles y las enseñanzas espirituales de la iglesia negra, así como la continua lucha por la justicia racial en Estados Unidos. Esa lucha está directamente representada por dos melodías: «Ferguson – An American Tradition» y «Mary Turner – An American Tradition».

 

Abre con «Warriors», una alegre canción sobre «amigos, familia, tu barrio y tu comunidad», y personifica el jazz moderno en 2020, con una melodía intrincada que se mueve dentro de polirritmos, proporcionando un amplio espacio para la interpretación post-bop. Wilkins toca con potencia, aunque la forma cambia a momentos más tiernos. Lleva un mensaje y un llamado a la acción y la responsabilidad social, o como señala él mismo: «Se trata de que sirvamos como guerreros de todo aquello en lo que creemos». Es una pieza musical maravillosamente edificante que no nos prepara para el dolor y la confusión de «Ferguson, una tradición estadounidense». En ella imagina el pulso de la nación en 2014, cuando Mike Brown Jr., un adolescente desarmado, fue asesinado a tiros por un oficial de policía en Ferguson, Missouri. El oficial Darren Wilson no resultó acusado, lo que provocó la ira en la comunidad negra. Arroja luz sobre siglos de agresión mortal dirigida contra los afroamericanos por parte de la policía. La interpretación de Wilkins constituye un diálogo de revolución; su conciencia social, expresada a través de la sublime disciplina de su virtuosismo, surge y se canaliza hacia la amenaza real y cotidiana de la violencia policial que experimentan los afroamericanos.

 

La música luego pasa de lo grotesco a lo sublime en «Grace and Mercy», una pieza irresistiblemente pegadiza con un amplio solo de Micah Thomas, que conduce a la pieza central del álbum, una suite de veinte minutos en cuatro partes: «The Key», «Saudade», «Eulogy» y «Guarded Heart». Después de la montaña rusa emocional de las pistas anteriores, se siente como un oasis espiritual y respetuoso. Las composiciones intensas significan gran dignidad y belleza.

 

«Mary Turner – An American Tradition», habla de una mujer negra que estaba embarazada de ocho meses y fue asesinada en Georgia durante un linchamiento en 1918, después de haber denunciado públicamente el asesinato de su esposo por los mismos medios. Una horda de blancos la colgó boca abajo, la quemó, cortó a su bebé y pisoteó a su hijo por nacer. Wilkins toma ese dolor en la canción, usando la primera mitad para imaginar el intento de Turner de huir antes de que la segunda mitad estallara en una ráfaga de instrumentos aullando, intensificando los acordes de piano y los ritmos torrenciales de la batería. Comunica el terror que debe haber sentido en ese momento.

 

Dos piezas más están inspiradas en el respeto por las generaciones pasadas que han allanado el camino, tanto en el activismo como en la musicalidad de Wilkins y una nueva generación de artistas de jazz. «The Dreamer» honra al activista y autor James Weldon Johnson, fundador de la NAACP (Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color). «Grace and Mercy» tiene una vibra similar, con Wilkins y Thomas liderando el camino a seguir, armonizando la melodía y haciendo solos introspectivamente entre la elegante interpretación de Johns y Sumbry. Si bien la composición entre los artistas de la nueva generación tiende a ubicarse en algún lugar entre el jazz y la música clásica moderna, estas dos melodías parecen evitar la transición de la música de jazz a instituciones de educación superior y siguen el camino en una veta neo-folk.

 

Omega es una obra de la experiencia negra en Estados Unidos, que representa la injusticia e ilumina la lucha tanto sociológica como musical emprendida por una nueva generación. Este tema podría ser demasiado para un joven saxofonista, pero Wilkins está preparado. Moran comenta: «Immanuel combina tradiciones de una manera que solo su generación sabe cómo hacerlo». Wilkins no es ni sencillo ni vanguardista. Opera en una nueva zona fértil que es ambas cosas. Su enfoque lírico se remonta al bebop y luego al free jazz y más allá. Su gama tonal se extiende desde lo melifluo y sensual hasta lo abrasador y crudo, a menudo en el mismo solo.