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Montserrat Martorell

Montserrat Martorell
Santiago, Chile. Á - N.3

Montserrat Martorell Colón (Buenos Aires, 1988) estudió periodismo en la Universidad Diego Portales, es Master en Escritura Creativa Universidad Complutense de Madrid y PhD © en Literatura Hispanoamericana por la misma universidad. Actualmente hace clases de literatura en diferentes universidades. Ha publicado dos novelas La última ceniza (Oxímoron, 2016) y Antes del después (LOM, 2018).

 

 

1.
Dijiste amén, pero no te hiciste cargo de los ríos.
Dijiste patria, pero no te hiciste cargo de mi útero.
Dijiste pausa, pero no te hiciste cargo de esos pies que a veces, tantas veces, fueron dos moluscos quemados.
Dijiste espacio. Dijiste tiempo. Dijiste fronteras y mi lengua se abrió como se abren las lenguas, sus lenguas, debajo de tu boca, sobre tu espalda.
Ayer eras una voz. Ayer eras encías. Ayer eras un árbol y un pájaro ardiendo y una roca pegada y una ceniza muerta que trepó sobre mi clítoris haciendo caparazones de hormiga.

***

2.
Quisiera oler la piel de la mujer rabiosa, quisiera comerme su tiempo infinito, su cuello corto, sus ojos esquivos.
Quisiera gastarme adentro de ella, reescribir su nombre, apedrear sus iniciales, mutilar la pausa invisible de sus caderas; dejar un rastro, oírme detrás de su cabeza, oírme con las orejas rotas, con la fiebre que quema, con el crepúsculo quieto de una boca negra.

***
3.
Me quedé repasando el río
La arena taciturna y quieta detrás tuyo
Me quedé repasando el río
Porque sabía que hacerlo era obligarte a que te dieras vuelta
A que te acostaras cerca mío
A que metieras los pies
A que metieras la lengua
A que creyeras que habían cosas que todavía no podías escribir
Porque no podías tocar.
Nunca viste la grieta
Ni los párpados
Ni las camisas
Ni la herida del cuello
Ni el golpe en la nuca
Ni la pisada del árbol
Ni la hoja
Ni tus dientes minúsculos
Ni tus manos de barro
Ni tu silencio sin boca
No, nunca viste la grieta.

***

4.

La herida nace en tu lengua. La herida agrieta el espacio.

***

5.

Háblame en francés para que no se me olvide que la patria sigue siendo una infancia salpicada de pan y tomate y aceitunas negras que crecen debajo de mis muertos

Enójate conmigo por no entender que el español sigue siendo la lengua del infierno
Y déjate caer sobre las medialunas del tiempo y del reloj y de un karma que le muerde dos veces el cuello a una niña

pero antes aprende
Y desaprende
que nunca supe cuál era el color del verbo
que nunca supe si
esas bestias
tenían la voz de tres hombres.

Y decir sí con los codos
Y decir sí con la lengua
Y decir sí a los sueños de naranja que estornudan detrás de los libros y los cuentos de un Mayo Francés

Posibilidades que voy a perder
Cuando me olvide de mis tontas ganas de multiplicar y dividir y volver a sumar
Para dejarme caer desde el viento del oeste a las luciérnagas de Estambul
Para mojarme el pelo en Cádiz
Y bañarme la lengua en Sevilla
Y comerme el gazpacho en Asturias

Prueba del pecado
Estrella ausente
Palabra a palabra
Verso a raíz
Árbol a árbol

Porque la vida no estaba lejos
Porque la vida era también un montón de polvo
Y conceptos y palabras y escenarios que tenían la misma clave.

Los recuerdos seguían estando ahí:
entre las lámparas, los pasillos y los café con leche que sirvió esa tía en la bandeja de mi abuela
Cortando los cerezos de las manzanas,
arrancando las raíces de los árboles que agitaban los tordos como si fueran puntos apartes,
como si fueran puntos suspensivos.

***

6.

A los peces que están en el fondo de la tierra

Espera que las piedras
las del sol
hagan chasquear los dedos
contando versos robados
haciendo crujir las metralletas en esa larga espera que es a ratos la resistencia necia de Occidente.