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Meza

Nueva voz

Roberto Barahona
Santiago, Chile. Á - N.3

Camila Meza no sólo es vocalista. Su canto hermoso, su guitarra, tanto como su autoacompañamiento, trabajo solista y su composición melódica e intensa, la colocan como una estrella en ascenso en la escena del jazz de Nueva York. The New York Times la describió como «una joven y brillante cantante y guitarrista con un oído para la música tanto folklórica como pop».

 

Nacida en Santiago en 1985, fue influenciada por la música que su familia escuchaba cuando era niña: rock, funk, pop, bossa nova, folklore, clásica y jazz. Su carrera musical comenzó a los 16 años, componiendo y tocando en varias bandas. Cuando tenía 23 años, se mudó a Nueva York. Ya había grabado dos álbumes y se había presentado en América del Sur, Europa y Estados Unidos. En Nueva York estudió en New School for Jazz and Contemporary Music con, entre otros, Peter Bernstein, Vic Juris, Sam Yahel, Steve Cardenas y Gil Goldstein.

 

Desde entonces ha trabajado en los conjuntos del trombonista Ryan Keberle y del pianista Fabian Almazan, y con el clarinetista cubano Paquito D’Rivera y el legendario pianista Kenny Barron. Ha actuado en festivales de todo el mundo, así como en la serie de conciertos de Tiny Desk de National Public Radio y en The Checkout de New Jersey Public Radio WBGO. En 2018, Pat Metheny la invitó a presentarse y actuar como directora musical de su ceremonia de inducción a National Endowment of the Arts Jazz Masters en el Kennedy Center en Washington, DC.

 

Meza siempre ha sentido curiosidad por lo que se encuentra debajo de la melodía, un mundo que de alguna manera puede cambiar una canción. Incluso cuando era niña, sintió que había algo profundo en cómo uno podría construir ese mundo. Escuchando más atentamente la música de otras personas, comenzó a notar los colores mientras desarrollaba un sonido propio. Quería poder manipular voces que permitieran que sus melodías «brillaran» de una manera particular. «Comencé a darme cuenta de que cambiar la estructura de lo que está debajo de la melodía podría hacer que uno sintiera las emociones de una manera muy diferente», dijo.

Su trabajo en el estudio revela su desarrollo y crecimiento, tanto como música como compositora. Su primer CD se grabó en Santiago en 2007 con algunos de los mejores músicos locales de jazz: el trompetista Sebastián Jordán, Claudio Rubio en saxofones tenor y soprano, Pablo Menares en contrabajo y el baterista Félix Lecaros. Incluye canciones del repertorio estándar de jazz, como «My Romance» y «All or Nothing at All». Su segundo álbum, Retrato, del 2009, es similar, pero con algunas canciones del repertorio latinoamericano y melodías de jazz. Nuevamente, la acompañan músicos chilenos.

 

En su edición de 2016, Traces, Meza continuó mostrando su propio universo sonoro en su guitarra y con sus voces sorprendentes. Con su banda, que incluye personalidades importantes como el pianista Shai Maestro, el bajista Matt Penman y el baterista Kendrick Scott -con quienes se presentó en el Festival Internacional de Jazz de Providencia en 2015- Meza amplió la intención de su música y agregó el trabajo de compositores tan diferentes como Víctor Jara, el gigante de Broadway Stephen Sondheim y el ícono indie/productor/compositor de cine Jon Brion.

Camila ha tenido un gran impacto en los círculos de jazz con Ámbar, de 2019, su primer lanzamiento en discográfica de importancia. Este por primera vez incluye algunas de sus propias composiciones y muestra su sensibilidad artística en constante evolución. La acompañan la Orquesta Nectar y sus frecuentes colaboradores el contrabajista Noam Wiesenberg, el pianista/tecladista Eden Ladin, el baterista/percusionista Keita Ogawa, los violinistas Tomoko Omura y Fung Chern Hwei, el violista Benjamin von Gutzeit y el violonchelista Brian Sanders.

La magia vocal de Meza yace en su fantástica habilidad para cantar letras en inglés y español. La sombría «This Is Not America» se destaca. Es una canción que David Bowie grabó con Pat Metheny en 1985, el año en que nació Meza. Ella no solo se enfrenta al desafío de la canción; sino que hace sentir su angustia como si emanara de sí misma.

 

Tocar en la banda de Keberle «definitivamente amplificó mis propias ideas sobre la música y el mensaje», dijo Meza. Ella escribió «Kallfu», que significa «azul» en el idioma mapuche. La canción fue inspirada en un viaje que llevó a la cantante a Patagonia. El disco también presenta versiones de dos canciones brasileñas, «Milagre Dos Peixes», de Fernando Brant y Milton Nascimento, y la bella y apasionada «Ohla Maria» de Antonio Carlos Jobim, Chico Buarque y Vinicius de Moraes.

 

Ámbar es una traducción del apellido de su adorado abuelo, Bernstein, que falleció apenas unos meses después que ella se mudara a Nueva York. «Tuve que llorar sola», recuerda. «Y me volví a la música, era el lugar al que tenía que ir, y escribí una canción sobre cómo conectar y alcanzar el espíritu de un ser querido perdido. Al cantar puedes despedirte o incluso encontrarte con ellos cuando quieras. No necesariamente morimos».

 

Ámbar es una traducción del apellido de su adorado abuelo, Bernstein, que falleció apenas unos meses después que ella se mudara a Nueva York. «Tuve que llorar sola», recuerda. «Y me volví a la música, era el lugar al que tenía que ir, y escribí una canción sobre cómo conectar y alcanzar el espíritu de un ser querido perdido. Al cantar puedes despedirte o incluso encontrarte con ellos cuando quieras. No necesariamente morimos».

 

 

«Atardecer», «Fall» y la canción principal, fueron algunas de las primeras canciones que Meza escribió al llegar a Nueva York. «Son exploraciones que esperaron a que floreciera la circunstancia adecuada», comenta. «Yo era mucho más crítica con mi trabajo en aquel entonces, pero esa actitud ha cambiado”.

 

La revista DownBeat, en su última encuesta de críticos de jazz, la considera ente las seis mejores vocalistas emergentes de 2019. Claramente el futuro de Camila es brillante, sin duda nos ofrecerá frecuentes e igualmente innovadores proyectos como Ámbar.