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La segunda vida de Karajan

Tchaikovsky en alta resolución

Germán Reyes Busch
Santiago, Chile. Á - N.3

Se cumplen 30 años del fallecimiento de Herbert von Karajan y El Vitalicio sigue vendiendo como ningún otro músico vivo (o muerto). Cuando Karajan murió, en 1989, llevaba certificados 200 millones de discos vendidos. Treinta años después se encamina a paso firme a los 300 millones, esto es, más que Michael Jackson y probablemente superando en la próxima década a Elvis y Los Beatles (los únicos que se le acercan en este ranking). Estamos diciendo que Karajan está pronto a ser el artista clásico o popular que más discos ha vendido en la historia. Es explicable: siempre tuvo a la tecnología y al mercado de su parte.

 

En vida, el nombre de Karajan se vio impreso en los frágiles discos de 78 rpm, en los vinilos de 33 1/3, en cintas reel, en cassettes (su soporte favorito), en disco compacto, en cine, en VHS y en láserdisc. Al Vitalicio le fascinaban la tecnología, las cámaras y los sistemas de grabación. Su amistad con los ingenieros alemanes de la Deutsche Grammophon y con los japoneses de la Sony fue estrecha y fructífera.

Karajan estuvo tras el éxito del walkman a fines de los 70 (declaró públicamente que lo usaba a diario) y tras la revolución del disco compacto (grabó el primer disco oficial en este soporte: la Sinfonía alpina, de Richard Strauss). No ocultaba su euforia por el laserdisc (el precursor del DVD): «Transmite exactamente lo que oigo frente a la orquesta».

 

La tecnología le permitiría vivir una segunda vida. Paradójicamente, el aristocrático, estirado y empresarial Karajan fue, probablemente, el artista que hizo más por la democratización del acceso a la gran música a través de los soportes tecnológicos. Después de su muerte, sus producciones fueron difundidas a través del DVD, Blu-ray, el streaming del canal del Digital Hall de la Filarmónica de Berlín y ahora, aprovechando la efeméride que conmemora 30 años de su muerte, a través del Blu-ray Audio y las bajadas en alta resolución, ambas en 24 bits (el disco compacto ofrece 16 bits). Sin duda, Karajan habría estado encantado.

 

Dentro de estos lanzamientos conmemorativos en Blu-ray Audio de la Deutsche Grammophon se encuentran dos ciclos que probablemente estén dentro de lo mejor del maestro austriaco: el ciclo Bruckner, con la Filarmónica de Berlín (nueve discos compactos y un Blu-ray Audio), y su ciclo Tchaikovsky de los años 70 (cuatro discos compactos y un Blu-ray Audio).

 

En un box anterior la Deutsche Grammophon había editado un ciclo Tchaikovsky mezclando grabaciones de los 60 y 70 con la Filarmónica de Berlín. Esta vez se opta por respetar la cercanía cronológica de los registros de la década del 70. La cronología de las grabaciones en este set de alta definición es: 1(1977), 2 (1979), 3 (1978), 4 (1976), 5 (1975), 6 (1976).

 

A Karajan se le ha criticado que su estilo era poco flexible, que siempre dirigía igual independientemente del repertorio que abordaba. Puede ser cierto de alguna manera. Karajan poseía un sello inconfundible que se amoldaba mejor a ciertos repertorios. Sin duda, el Tchaikovsky de Karajan era uno de ellos. En las sinfonías del genio ruso Karajan brillaba con luz propia, y eso teniendo en cuenta la feroz competencia del mercado. Si se trata de integrales están las de Haitink, Markevitch, Dorati, Muti, Fedoseyev, Svetlanov, Temirkánov, por mencionar algunas memorables. Y en las últimas tres sinfonías destacan nombres de la talla de Bernstein, Mravinsky, Celibidache, Szell. Sin embargo, la calidad de Karajan logra posicionarlo si no como la mejor integral de Tchaikovsky, al menos como una de las más impresionantes. Acá el estilo de Karajan luce todas sus cualidades sin contrapesos: el sonido de la orquesta es unitario, el sustrato de la cuerda homogéneo y siempre brillante, las maderas incisivas y precisas con un bellísimo sonido del oboe de Lothar Koch, los metales siempre estentóreos con una fila de cornos apabullantes y trombones que parecen duplicar las trompetas con una sorprendente capacidad mimética. Sumémosle el análisis del director, siempre impecable. Karajan, además, sabía extremar con acierto: por una parte una suavidad casi melosa en los pasajes más melódicos y una viril ferocidad ⸻me temo que insuperable en nuestros días⸻ para atacar los pasajes más tumultuosos. Imposible resistirse a los movimientos finales de las tres primeras sinfonías (únicas grabaciones de las mismas por parte del maestro), tocados con una urgencia y esplendor ante los cuales no queda nada más que rendirse. Esto suena a una orquesta de genios lanzados a la vida y a la muerte. En esto, sin duda, tiene mérito Karajan.

 

Veamos aparte las tres últimas sinfonías de Tchaikovsky. Karajan es el director con más registros de este trío sinfónico. Ocho registros de la Cuarta (entre 1953 y 1984), seis de la Quinta (igual entre esos años) y nueve de la Sexta (entre 1939 y 1988). Todos, sin excepción, son impresionantes, irreprochables. Un par de cada sinfonía, además, se encuentra disponible en sendos videos. A pesar de la distancia de los años, el enfoque es similar. Los registros de los años 70 son grandiosos, exactos, dramáticos con una respuesta orquestal inaudita hasta nuestros días. En las tres últimas sinfonías puede que alguien prefiera los registros de los 60, más estentóreos y vibrantes, pero a cambio, estos posteriores ganan en espacio y en detalle. El sonido se abre y la sensación de plenitud y realismo es estupenda en los audios de alta definición. Jamás oiremos los timbales como en esta Quinta con la estamina al máximo, jamás nadie ha hecho que las tumultuosas aguas de la Cuarta sean más extremas y físicas. La Sexta es caso aparte. Karajan amaba la obra y se nota. El Vitalicio acá no es un divo, pocas recreaciones son más directas, tremendas y desoladas. Acá no existe una mínima posibilidad de amaneramiento. Es música de primera categoría tocada por músicos de primera categoría, dirigidas por quizá quien más amó esta partitura entre los directores y en un registro que le hace plena justicia. No se puede pedir más.

 

Jamás oiremos los timbales como en esta Quinta con la estamina al máximo, jamás nadie ha hecho que las tumultuosas aguas de la Cuarta sean más extremas y físicas. La Sexta es caso aparte. Karajan amaba la obra y se nota.

 

Un ciclo obligatorio para los amantes de la música y para los aficionados a la alta fidelidad, para quienes admiran a Karajan, pero también para quienes toman distancia de él. La segunda vida que entregan las grabaciones le hace justicia a Karajan.

 

El box considera las grabaciones en compacto para reproducir en cualquier lector de CD. El Blu-ray Audio, en cambio, requiere uso de un lector de Blu-ray conectado digitalmente a un equipo que pueda extraer su resolución de 24 bits (de otro modo, saldrá la información en 16 bits, por la TV o un equipo normal al que se encuentre conectado vía RCA). La bajada en alta resolución solamente la pueden leer los DAC que lo permitan. Todos estos formatos suenan de modo increíble.