Iniciar sesión

Si ya eres usuario registrado ingresa tu e-mail y contraseña.

La hora de Petrenko

La Patética de Tchaikovsky con la Filarmónica de Berlín

Germán Reyes Busch
Santiago, Chile. Á - N.3

Mientras escribo estas líneas (en agosto de 2019), Kirill Petrenko prepara la Novena sinfonía de Beethoven para asumir oficialmente la titularidad de la orquesta Filarmónica de Berlín. De este modo, Petrenko se suma a la pléyade de titulares de, para muchos, la orquesta más importante del planeta. Lo anteceden Hans von Bülow (dejó algunas grabaciones inubicables y algún rollo de piano), Arthur Nikisch (en 1912 graba la Quinta sinfonía de Beethoven), Wilhelm Furtwängler (muchas grabaciones), Leo Borchard (algo hay por ahí), Sergiu Celibidache (se conservan varios registros de esos años). Herbert von Karajan (vayan a cualquier disquería y lo encontrarán), Claudio Abbado (muchos registros y videos) y Simon Rattle (registros varios y centenares de videos en el Digital Hall).

 

Hay menos de una decena de conciertos de la Filarmónica de Berlín dirigida por Kiryll Petrenko disponibles en el Digital Hall (el canal virtual de la orquesta). La mayoría de los melómanos sabían de Petrenko por su participación en el repertorio operístico en diversos teatros de Europa. Su designación ha sido una gran sorpresa. En primer lugar no está asociado al ámbito sinfónico y, en segundo lugar, no presentaba el carisma de ninguno de sus predecesores. ¿Por qué lo eligieron? Para saberlo, basta oír atentamente el disco que acá reseñamos.

 

La Sinfonía 6 de Tchaikovsky ha sido servida en múltiples ocasiones por la Filarmónica de Berlín, quedando referencias como las grabaciones de Furtwängler en 1938 y todas las de Karajan, incluida una en video. No diremos que la lectura de Petrenko alcance esas cotas de intensidad y de despliegue orquestal, pero, sin duda, estamos ante una lectura importante, muy por sobre el promedio acostumbrado en nuestros días. Quizá hubiese sido preferible que el sello de la orquesta hubiese seleccionado la impresionante lectura de la Quinta del mismo Tchaikovsky, El poema del éxtasis de Scriabin o una milagrosa 35 de Mozart, todas disponibles en el Digital Hall. Pero esta Sexta tiene muchos méritos. La orquesta se muestra con un nivel técnico inaudito para una actuación en vivo. Petrenko apunta por tiempos rápidos y sabe hacer lucir sus cualidades de mago de las voces interiores. Como Carlos Kleiber, Petrenko frasea no solo en la gran frase melódica, sino además en las secundarias. En ocasiones aplica una visceralidad y agresividad que en nuestros días solamente podemos encontrar en Gergiev. Petrenko firma un segundo movimiento increíble en su plasticidad y ligereza casi balletística. Por su parte, la marcha del tercer movimiento hace que los berlineses rememoren épocas en que desataban la tormenta perfecta bajo la batuta de Karajan. El final tiene logros expresivos muy originales, aunque a algunos les parecerán algo exagerados los portamenti de las frases iniciales.

 

La orquesta se muestra con un nivel técnico inaudito para una actuación en vivo. Petrenko apunta por tiempos rápidos y sabe hacer lucir sus cualidades de mago de las voces interiores. Como Carlos Kleiber, Petrenko frasea no solo en la gran frase melódica, sino además en las secundarias. En ocasiones aplica una visceralidad y agresividad que en nuestros días solamente podemos encontrar en Gergiev.

 

Estamos ante un disco histórico, tal como lo es el de Abbado con la Titán de Mahler y el de Rattle con la Quinta del mismo compositor (ambos cuando asumieron como titulares).

 

Petrenko tiene las cualidades para dirigir la Filarmónica de Berlín. Quizá posea más méritos musicales que Rattle. Por lo menos, a mí me lo parece. Es cosa de tiempo para que Petrenko muestre lo que es en realidad. Probablemente el director más interesante de nuestros días.

 

El disco tiene un sonido increíble. Superior al de otros grabados en la complicada y brillante acústica de la Berliner Philharmonie.