A pesar que los inicios del jazz se remontan a fines del siglo XIX, aún hoy sus intérpretes son, en gran parte, hombres. Instrumentistas femeninas han sido una rareza, aunque en la última década han comenzado a surgir mujeres que compiten al mismo nivel que los hombres. Dentro de ellas se destaca Esperanza Spalding, una músico dotada quien mucho antes de que compusiera y cantara públicamente impresionó a Joe Lovano, uno de los principales saxofonistas del jazz, quien la invitó a tocar contrabajo en su trío. Ese voto de confianza le dio una base que ha sido importante en su crecimiento.
Spalding nació en 1984 en Portland, estado de Oregon. Creció en un barrio económicamente adverso. Su madre, cantante profesional, se dio cuenta del talento y el potencial de su hija. Observó cómo Spalding se enseñaba a tocar el violín a los cinco años, y sabía que las habilidades de su hija podrían mejorar con una educación musical más formal. Esperanza se sintió atraída por la música desde temprano, escuchaba las radios de música popular de los años 60 y 70: Sam Cooke, Stevie Wonder, Smokey Robinson, los Monkees, los Carpenters, Earth, Wind and Fire. Su madre tenía un piano en el departamento, y cuando Spalding tenía cuatro años la escuchó practicar una simple pieza de Beethoven. Después la niña se subió al piano y tocó la pieza de oído. Pronto crearía sus propias canciones en el piano.
Cuando tenía cinco años, vio a Yo-Yo Ma tocar el violonchelo en «Mister Rogers’ Neighborhood», un programa para niños de la televisión educativa, y comentó que eso era lo que ella querría hacer. Su madre la inscribió en un programa gratuito de banda comunitaria que ofrecía el uso de instrumentos donados, pero no había disponible ningún chelo. Había un violín, por el que Spalding optó. Incluso a su corta edad, Spalding se unió a la Chamber Music Society of Oregon, una orquesta que apoya a músicos, niños y adultos de la comunidad local. A los 15 años se convirtió en maestra de concierto. Poco después dejó la orquesta y comenzó a estudiar el contrabajo, un instrumento con el que amplió su educación más allá de la música clásica. Comenzó a improvisar, a componer canciones y a cantar mientras tocaba.
«A los 15 años se convirtió en maestra de concierto. Poco después dejó la orquesta y comenzó a estudiar el contrabajo, un instrumento con el que amplió su educación más allá de la música clásica. Comenzó a improvisar, a componer canciones y a cantar mientras tocaba».
Se unió como contrabajista a un grupo de jazz de estudiantes de la Academia Northwest. En el transcurso de un año tocaban jazz, blues, pop, funk y hip-hop en el circuito de clubes locales. Spalding aportó al grupo algunas de sus composiciones, eran canciones con melodías retorcidas con inquietantes letras sobre su infancia y el tema recurrente de escapar a través del arte, canciones que la banda incorporó en sus actuaciones.
Los fanáticos del pop de cierta edad solo la recuerdan como una intrusa que le robó un Grammy a un ídolo adolescente adorado obsesivamente. En 2011, cuando tenía 26 años y era poco conocida fuera de los círculos de jazz, había sido nominada en la categoría de mejor artista junto con Drake, Mumford & Sons, Florence + the Machine y Justin Bieber, el favorito esa noche. Nadie esperaba que ella ganara, y menos ella misma. Fue la primera y única vez que se otorgó el premio a alguien que se autoidentificaba como artista de jazz.
En 2008, con veintitrés años, Spalding lanzó Esperanza, su debut en un sello de importancia del género. Lo grabó mientras era profesora en el Berklee College of Music en Boston. Si bien la música era indiscutiblemente jazz, sugería una variedad de influencias casi desconcertantes: fusión, funk, soul, rhythm and blues, samba brasileña, el son cubano, baladas pop, vocalese, con letras cantadas en inglés, portugués y español; una mezcla de sonidos, estilos y lenguas exuberantes. Era un disco de algo nuevo, jazz para la era del iPod; se elevó rápidamente al número 3 en la lista de éxitos de Billboard, y se mantuvo en la lista durante sesenta y dos semanas. La frescura y la emoción de su enfoque han llevado, inevitablemente, a que se la llame «la nueva esperanza para el jazz».
Mientras que la asistencia a los conciertos de jazz ha ido disminuyendo durante años (un exitoso álbum de jazz hoy podría vender cuarenta mil copias en todo el mundo), Esperanza ha vendido hasta el momento más de cien mil ejemplares. Esto es, en parte, porque Spalding se acerca más a los ritmos de baile que muchos de sus jazzistas contemporáneos. También es porque ella canta. Para las audiencias desinteresadas por los rigores cerebrales de la improvisación instrumental, su voz alta y flexible les da algo para aferrarse. Pero, sus canciones originales no sacrifican nada de la sofisticación melódica y el interés armónico del jazz. Ella es tan experta técnicamente y tan seria como una estudiante de la historia de la música, como la más obediente de los Young Lions que surgieron y dieron ímpetus al jazz de los años 80 y 90.
Música para las redes
Pero más allá de los círculos de jazz, Spalding ha atraído mucha atención. Prince la invitó a Los Angeles para que trabajara y escribiera con él; fue fotografiada para una campaña publicitaria de Banana Republic, apareció en los programas televisivos «Late Show with David Letterman» y en «Jimmy Kimmel Live». Recientemente actuó como coprotagonista en una película policial, lo que la convirtió en una de las primeras artistas de jazz desde Louis Armstrong en ser considerada por Hollywood.
Para evitar que el jazz se transforme simplemente en «una pieza de museo», como ha dicho, Esperanza inyecta nuevas influencias, voces y modismos a la música, motivada por el trabajo de Wayne Shorter, el saxofonista y compositor de jazz que dejó el quinteto de Miles Davis en 1970 para fundar Weather Report, una banda eléctrica que abandonó los repertorios estándares del jazz, instrumentos acústicos y swing para experimentar con música que combina ritmos de rock, funk y ritmos étnicos que incluyen acordes y melodías sofisticadas.
A Spalding le fascina ofrecer sus lanzamientos con conceptos que llamen la atención. Para su álbum anterior, invitó al mundo a verlo en vivo mientras se grababa. Su nuevo LP 12 Little Spells, (12 pequeños hechizos) fue hecho en secreto. Las canciones se publicaron diariamente a través de Facebook, Instagram y su sitio web, antes de que el álbum se lanzara el 19 de octubre.
Cada melodía es un hechizo liberador y cada «hechizo» está asociado con una parte del cuerpo; el tema general parece ser la música como un agente curativo. Puede sospecharse que esté intentando enmascarar algún defecto en la música, pero no es así. A medida que sus composiciones se tornan más literarias, también crea música que es directa y atractiva. Esas contradicciones, o complementos, llegan a un punto crítico en este álbum.
Spalding explica que el nuevo álbum es su despedida de la interpretación orientada a la canción. La música estaba minuciosamente arreglada y es escasa en solos improvisados. Ha descrito el álbum en términos de magia y sus nuevas canciones como «hechizos de canciones». «Lo que sé que ya no quiero hacer es pararme frente a un micrófono y hacer una lista predeterminada de canciones», dijo a JazzTimes el año pasado. «Ese formato simplemente ya no me inspira».
Cuando Esperanza Spalding toca el contrabajo mientras canta, frente a su propia banda, somos testigos de una mujer que tiene el control completo del contexto en que vive. No hay lugar a dudas de que Spalding ha dejado su marca en ese campo musicalmente conservador dominado por hombres, mientras demuestra su capacidad para operar independientemente. Su liderazgo es indiscutible.