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La crisis financiera de 2007-2009 (la «gran recesión», contrapuesta a la «gran depresión» de los años treinta) ha dado origen a una extensa literatura en la que han participado analistas económicos, académicos e incluso protagonistas directos de algunos de estos sucesos. Entre ellos destaca el libro de Mervyn King, que más allá de la contingencia se inscribe en el plano de las ideas económicas.
A primera vista, The End of Alchemy, de Mervyn King (designado Lord King después de terminar su periodo como gobernador-presidente del Banco de Inglaterra entre 2003 y 2013) se inserta en la ola de publicaciones generada por la última recesión, en particular cuando evalúa explicaciones alternativas sobre los orígenes de la crisis. Y, sin embargo, The End of Alchemy va también más allá de todo esto al ofrecer una mirada diferente a las instituciones y actividades financieras modernas, distinguiendo lo que percibe como síntomas de la crisis de sus causas fundamentales. King argumenta que, dada la influencia recíproca entre eventos (y políticas) económicos y el entorno intelectual de una sociedad, el suyo es en verdad un libro sobre ideas económicas.
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Reacciones emocionales
La última recesión económica de magnitud crítica en Chile fue en 1982 – 83. Esta crisis tuvo un componente financiero importante —recordemos la intervención de la banca en 1983—, lo que llevó a una importante reforma de la legislación bancaria nacional en los años posteriores. Más aun, esta experiencia ilustró sobre el timing de un proceso de reformas económicas que se habría de plasmar en el llamado Consenso de Washington.
Habiendo aprendido del pasado, el sector financiero chileno sobrellevó de buena manera la «gran recesión» aunque, en un mundo altamente interrelacionado, el sector real sufrió las consecuencias de la crisis global con una caída de la actividad económica el año 2009.
Estas relaciones de interdependencia se reflejaron también en la evolución económica en distintos países de la Unión Europea con posterioridad a la «gran recesión»; el caso de Grecia, que lleva sufriendo una recesión económica por alrededor de una década, es probablemente el más conocido, pero no el único.
Este tipo de interrelaciones en la economía internacional ha llevado, por otra parte, a un enfoque globalista que busca promover acuerdos en pos de una mayor coordinación de las políticas de las principales economías mundiales. Las tensiones que surgen entre estas propuestas y las potestades soberanas nacionales son evidentes; ello se ve claramente en el experimento de la Unión Europea donde, además, las asimetrías económicas o monetarias existentes entre sus distintos miembros han agravado una situación de por sí difícil.
Más recientemente, la visión de nacionalistas incautos —en el sentido que el comercio internacional es un juego de suma cero— ha impuesto nuevas tensiones sobre el llamado nuevo orden internacional. Este tipo de políticas constituyen un gravísimo error, pero en muchos otros ámbitos este nuevo orden parece basarse en la ambición de una burocracia supranacional que quiere aplicar enfoques comunes en áreas donde pueden existir desacuerdos (y, por lo tanto, diferencias) razonables.
Al examinar los desequilibrios que llevaron a la «gran recesión», Lord King argumenta que en general las naciones (o sus votantes y líderes) tienden a aprender más de sus propios errores que de los errores de otros. Y en esto tiene razón. Pero las crisis, y en particular esta última, generan también reacciones más emocionales.
La lenta recuperación económica en algunas de las principales economías desarrolladas ha generado una fuerte crítica al capitalismo, en particular al capitalismo financiero. El too big to fail —aunque Lord King prefiere la expresión too important to fail—, y la sensación de los políticos en algunas naciones de que sus economías no pueden estar expuestas a la especulación de los mercados financieros, han profundizado esta situación.
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Costos de la regulación
Más allá de la discusión relativa a los posibles errores de política cometidos por las autoridades económicas y monetarias de las principales economías mundiales, la pregunta que uno debe considerar es si en verdad una economía capitalista es estable, o si está continuamente expuesta a crisis ‒principalmente financieras‒ que hacen imprescindible un rol para una política económica estabilizadora. El rol de la regulación financiera es relevante en este punto.
Hoy en día las autoridades nacionales le otorgan cada día mayor importancia a la regulación prudencial. Y, sin embargo, la complejidad regulatoria genera otros costos. Uno de ellos, que a veces no es suficientemente considerado, es la posibilidad de que los que mejor entienden cómo funciona el sistema, los regulados, capturen el sistema o, a lo menos, se generen relaciones simbióticas potencialmente peligrosas entre los regulados y el sector político.
Frente a estos problemas, y en la medida que la estabilidad del sector financiero importa, quizás puede ser relevante seguir a Lord King y evaluar la pertinencia de reformas «más radicales» en esta industria, de manera de hacerse cargo (y limitar los problemas) de lo que el autor denomina la «alquimia» financiera moderna —que consiste en creer que es posible transformar activos riesgosos en pasivos sin riesgo—. Instituciones financieras que surgieron en otros contextos pueden ser poco robustas ante cambios tecnológicos y a la evolución de la práctica comercial —el dictado clásico de Walter Bagehot para los banqueros centrales— puede requerir de una renovación. Esto a n de mantener un sistema financiero sanamente capitalizado donde los costos de cualquier alquimia sean cubiertos por los propios agentes. Lord King propone, entonces, que los bancos centrales sean un pawn broker for all seasons para el sistema financiero.
En todo caso, más allá de esta propuesta en particular, es importante ser cuidadosos frente a planes de reformas radicales (sobre todo en un sector tan sensible como el sistema financiero). El hecho de que vivimos en un mundo incierto lleva a que el error sea inevitable. A nivel individual esto se verá en los resultados de los distintos tipos de planes que los agentes se proponen y en las decepciones que pueden surgir.
En una economía compleja esto es algo que se ve con máxima claridad en los mercados financieros, que ofrecen (en el sentido de su profundidad) cuando los agentes tienen expectativas diferentes. En el sector real de la economía esto se ve en la evolución de las actividades emprendedoras. Si bien las relaciones del sector financiero con el sector real llevan a que estos tipos de efectos se refuercen, esto no necesariamente explica las crisis económico-financieras, que requieren un cluster de errores.
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Modelos frágiles
Hay dos puntos importantes que vale la pena anotar aquí. Uno se refiere al problema de la definición y diseño de las políticas en un entorno de incertidumbre. Desde un punto de vista técnico, los efectos estimados de una política pública (en cualquier ámbito) serán muy sensibles al grado de incertidumbre existente. Este énfasis en el rol de la incertidumbre puede parecer paradójico en un mundo donde la información está cada vez más ampliamente disponible y donde incluso, en materia de políticas públicas, el big data promete un tipo de análisis que antes era imposible siquiera de plantear.
Pero la incertidumbre se refiere más bien a lo inesperado y lo sorprendente, que aparece en muchísimos ámbitos de la vida, incluyendo, por cierto, el de la economía.
La expresión más elocuente de este problema fue formulada en agosto de 2002 por Donald Rumsfeld, entonces ministro de Defensa de Estados Unidos, mientras se evaluaba la posibilidad de una guerra con Irak —dada la amenaza militar de ese país y sus potenciales vínculos con grupos terroristas—. Rumsfeld distinguió entonces entre known unkowns y unknown unknowns, siendo este último tipo de escenario, donde uno no sabe lo que no sabe, muy problemático desde el punto de vista de las políticas públicas.(1)
Hoy en día varios autores se han referido al rol de la incertidumbre en la economía y en los mercados financieros: aparte del propio Lord King, Nassim Nicholas Taleb es un nombre importante en esta línea. En particular, Taleb ha destacado el peligro de contar con modelos frágiles frente a un contexto incierto, en el sentido de que éstos sean válidos solo frente a riesgos conocidos y calculables, que es justamente lo opuesto a los unknown unknowns.
Esto lleva inmediatamente a nuestro segundo punto; la relevancia de las ideas económicas instaladas en una sociedad como maneras de ver el mundo. Porque, desde un punto de vista técnico, los modelos económicos representan una manera de aproximarse a la realidad que, a su vez, están asociados a una especie de benchmark o punto de evaluación y, naturalmente, es en base a este criterio que se diseñan y formulan políticas. El asunto es que en el contexto de la política (macro) económica una crisis económica como cluster de errores es posible en la medida que existe una única manera de ver las cosas, que se traduce en un patrón de decisiones que termina siendo poco robusto frente a una realidad distinta a la esperada (y desconocida). Nótese, en todo caso, que ello niega el rol que las expectativas de los agentes, y su comportamiento en base a dichas expectativas, pueden tener también en este sentido (precisamente como sistemas de formulación de creencias ante un entorno incierto).
A partir de la historia uno aprende que la evolución de las ideas tiene mucho que ver con el contexto en el cuál ellas surgen. En este sentido, la experiencia histórica frente a crisis económicas ha constituido una invitación para volver al pasado. Pero, ¿qué tipo de lecciones son las que sacamos de la historia? En la medida en que hay áreas donde queda espacio para la interpretación, donde puede haber desacuerdos importantes, la historia puede ser ambigua; esto es algo que los historiadores ven claramente cuando se embarcan en debates sobre políticas públicas. Llegamos, entonces, por otro camino, a la misma necesidad de reconocer que nuestros modelos muchas veces son frágiles. El llamado a los formuladores de las políticas públicas, incluidos los que reconocen el rol de la incertidumbre en este ámbito, como Lord King, es a la humildad (algo que, por lo demás, Donald Rumsfeld al final no tuvo). Esto no implica quedarse en el statu quo, sino evaluar con cuidado la robustez de cualquier propuesta de reforma frente a las posibilidades que surgen a partir de la acción humana; esto es lo que hay que hacer con la propuesta de Lord King. Quizás esta es la lección más importante de su trabajo.
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- La transcripción de la sesión informativa en la cual Rumsfeld utilizó esta expresión, que ha dado lugar a varios trabajos y artículos, tanto de interés general como de tipo académico, se encuentra en: http://archive.defense. gov/Transcripts/Transcript. aspx?TranscriptID=2636.