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Una crónica de cuatro viajes

Friedman y Hayek en Chile

Rolf Lüders
PhD en Economoía y MBA, Universidad de Chicago Á - N.8

Milton Friedman vino a Chile en 1975 y 1981. Friedrich von Hayek hizo lo mismo en 1977 y también en 1981, aunque meses antes que Friedman. Acá, Rolf Lüders, un protagonista de la época, y especialmente de las visitas del primero, relata cómo fueron esos hoy polémicos viajes. Se concentra especialmente en los viajes de Friedman, describiendo tanto anécdotas como las discusiones económicas y políticas que ocurrieron, algunas de las que se siguen distorsionando hasta el día de hoy tanto en Chile como en el mundo.

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Chicago

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Por fortuna, experimenté ya desde el pregrado los efectos del Convenio entre la Universidad Católica y la Universidad de Chicago. Recién estaba, me parece recordar, en segundo año de la carrera cuando empezaron a llegar los profesores americanos a la UC, quienes fundaron entonces el Centro de Investigaciones Económicas de la Facultad de Economía y Administración. En 1957 uno de esos profesores me contrató como ayudante de investigación.  Meses después me ofrecieron estudiar economía en la Universidad de Chicago. Al principio rechacé la oferta, porque mi interés estaba en la administración de negocios y no en la economía. La contraoferta fue que si me iba bien en el primer año en Chicago me financiarían el MBA, siempre y cuando volviera a la UC a hacer clases de administración, cosa que acepté. Luego del MBA, me percaté que mi vocación era más bien la economía y, después de cumplir con mi compromiso, volví a Chicago a terminar mis estudios de economía y sacar el doctorado.

En Chicago nos esperaba una reducción de nuestra beca de 210 a 190 dólares, producto de una decisión del director del programa Universidad de Chicago-Universidad Católica de Chile —apoyada entusiastamente por los alumnos del programa que convenientemente ya habían vuelto a Chile— con el fin de recibir a un mayor número de estudiantes. Sin perjuicio de esto, la experiencia no dejó de ser satisfactoria tanto desde el punto de vista humano como académico. Los chilenos en Chicago éramos un grupo muy unido a pesar de su diversidad política. Contábamos con una oficina en el cuarto piso del Social Science Research Building que nos permitía y —en cierto modo— incentivaba a estudiar juntos, cosa que era una anomalía en Chicago. El sistema de notas era relativo y por ello muy competitivo, lo que en general inducía al estudio en solitario.

A Milton Friedman lo conocí participando en su workshop de política monetaria. Friedman no solo era un gran investigador, también era un gran profesor. Sus clases eran brillantes, gracias a su claridad y capacidad dialéctica. Luego fue uno de los tres profesores —junto con Alito Harberger (director) y Robert Fogel— que auspiciaron mi tesis doctoral, la cual escribí en buena parte en una estadía de aproximadamente dos años en la Brookings Institution de Washington D.C., en virtud de una beca que se me otorgó.

El Departamento de economía de la Universidad de Chicago se caracterizaba por entregar muy pocos PhD anualmente. Ello permitía mantener una tradición en virtud de la cual el Departamento de Economía completo invitaba a almorzar al nuevo doctor. Como era de esperar, me sentaron en el centro de la mesa y al frente de Milton Friedman. Conversando con él, le pregunté qué le había parecido el resto de mi tesis, dado que el grado se otorgaba en base a un solo «paper» de un máximo de 42 páginas, y que en mi caso fue el primer capítulo de una larga Historia Monetaria de Chile. Friedman me respondió: «Mira, Rolf, existen dos tipos de economistas: los que leen y los que escriben. Yo soy de los que escriben».

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«Se decía en Chicago entonces que los profesores de economía de esos años no consideraban a von Hayek un economista, aunque lo estimaban como un gran cientista social»

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En cuanto a Friedrich von Hayek, nunca hablé con él durante mi estadía en Chicago, salvo cuando nos encontrábamos de vez en cuando en el ascensor nos saludábamos, pero no más que eso. Von Hayek estaba en el Departamento de Ciencias Sociales y no en el de economía. Su oficina estaba en el tercer piso del edificio, mientras que nosotros estábamos en el cuarto piso. Se decía en Chicago entonces que los profesores de economía de esos años no consideraban a von Hayek un economista, aunque lo estimaban como un gran cientista social. En especial, Friedman tuvo enorme aprecio por von Hayek como cofundador de la Mont Pèlerin Society, a la que Friedman daba gran importancia en su otro rol, el de comunicador. Ya entonces el Departamento de Economía de Chicago se caracterizaba por el uso de modelos formales y de rigurosos tests econométricos, una metodología hoy dominante que Friedman impulsó decididamente, pero que es muy ajena a aquella que utilizaba von Hayek en sus trabajos.

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1975: la primera visita de Friedman

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Era 1974 y ya había transcurrido un año desde el pronunciamiento militar. Los niveles de inflación en Chile seguían siendo muy altos, de alrededor de 300 por ciento anuales. Con la velocidad de reducción de la inflación existente difícilmente se podía esperar que el país se desarrollase. Por eso, en el grupo BHC —uno de los grupos financieros que surgió en Chile en los años 1960-1970 y al cuál me uní— estábamos súper preocupados por los posibles efectos del programa económico que se estaba implementando. Esto nos llevó a pensar en invitar a Milton Friedman —el economista monetarista por excelencia— para dar una serie de conferencias y charlas sobre los orígenes de inflaciones altas como la chilena y sobre las medidas que correspondía implementar para reducir los aumentos de precios a niveles compatibles con el desarrollo económico. Me contacté con Alito Harberger y él hizo las gestiones para comprometer a Friedman. Así, en marzo de 1975 nos visitaron, además de Harberger y Friedman —en compañía de Rose, la esposa del último—, Carlos Langoni, quien era el presidente del Banco Central de Brasil y también egresado de Chicago.

Las conferencias de Friedman suscitaron gran interés en el país. La más importante fue la que dictó el 26 de marzo de 1975 en el Edificio Diego Portales, en ella señaló que Chile tenía dos desafíos importantes: contener la inflación y establecer una economía de mercado vigorosa. A su vez, criticó las medidas gradualistas señalando lo siguiente: «No creo que para Chile una política de gradualismo tenga sentido. Temo que el “paciente” puede llegar a morir antes que el “tratamiento” surta efecto».[1] Junto con ello, se hizo cargo de las razones de quienes creían que la inflación en Chile se debía a factores externos como el bajo precio del cobre y el elevado precio del petróleo, señalando que ninguna de esas circunstancias podía explicar que la cuarta parte del gasto fiscal se financiaba vía emisión de dinero. Para Friedman los problemas inflacionarios eran monetarios y de déficit fiscal, y eran «originados en Chile».   La solución también debía ser «made in Chile». Cerró su conferencia con un mensaje de esperanza para la selecta audiencia que había congregado: «Confío que Chile tendrá el coraje, la fuerza y la sabiduría para acelerar ese proceso y superar este periodo inicial difícil, de manera que puedan iniciar el despegue para un gran mejoramiento en el nivel de vida. Es factible y posible, si de una vez por todas logra franquear el periodo de transición».

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«Era 1974 … los niveles de inflación en Chile seguían siendo muy altos, de alrededor de 300 por ciento anuales. Con la velocidad de reducción de la inflación existente difícilmente se podía esperar que el país se desarrollase… Esto nos llevó a pensar en invitar a Milton Friedman»

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Friedman también tuvo tiempo para hablar de otra de sus pasiones: la libertad. Tal como lo recuerda en su libro de memorias Two Lucky People,[2] dictó dos conferencias, una en la Universidad de Chile y otra en la Universidad Católica, donde señaló que la libertad no era un bien que nos venía dado; era el resultado de un equilibrio muy frágil que venía siendo amenazado durante décadas por el socialismo y el colectivismo implícito en los Estados de Bienestar. Estas conferencias estuvieron en línea con su idea de cómo, en el largo plazo, la libertad económica y la libertad política van mano a mano. No es posible conservar la una sin la otra.

En cuanto a la tan comentada visita de cuarenta y cinco minutos al general Pinochet, los testimonios de la época demuestran que esta fue muchísimo menos importante de lo que algunos han intentado sugerir. Friedman hizo su planteamiento y el presidente Pinochet lo escuchó y luego le pidió le escribiera un memorándum al respecto, escrito que se reproduce en el ya citado Two Lucky People. A lo sumo podría argumentarse que Friedman reafirmó una propuesta ya aprobada meses antes por el general Pinochet, presentada por un grupo de economistas del Gobierno, y recogido en el Programa de Recuperación Económica. La posterior asociación con Friedman de estas medidas es un típico caso de confundir «causa» y «correlación».

¿Por qué aceptó Milton Friedman venir a Chile? Somos un país lejano y pequeño, y era muy chato, a pesar de que él —muy polite— nunca nos lo hizo sentir así.  Su esposa Rose, más expresiva, sí mostró en repetidas ocasiones su desagrado con algunos aspectos de nuestra capital y nos criticó, entre otras cosas, por nuestro pan —las marraquetas— que encontró incomibles y en cambio para mí era el alimento que más echaba de menos en USA.  En ese entonces, a pesar de que aún no había sido premiado con el Nobel, Milton Friedman ya era —sin duda— uno de los economistas más prestigiados e influyentes, muchos decían que sólo comparable con John Maynard Keynes. ¿Vino a Chile para darle una mano a sus exalumnos? ¿Lo hizo para conocer de primera mano el país del cuál provenía una parte no insignificante de los estudiantes de Chicago? ¿Porque se lo pidió su amigo Alito Harberger? ¿Para conocer de primera mano una experiencia hiperinflacionaria? Nunca lo sabremos.

Previo a su visita, nunca imaginamos las repercusiones internacionales que tendría la primera venida de Friedman a Chile. Fue fuerte e injustamente criticado por colaborar con el Régimen Militar.  La verdad es que no asesoró al gobierno e hizo en Chile exactamente lo mismo que, por ejemplo, en China: dar su opinión públicamente sobre los problemas económicos. Sin embargo, fueron estas repercusiones de su visita a Chile —que curiosamente no se dieron en el caso de China— que indujeron a los Friedman a dedicar un capítulo de su biografía a su pasada por nuestro país.

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1977 y 1981: las visitas de Friedrich von Hayek a Chile

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Nada tuve que ver con las dos visitas de von Hayek. La primera, en noviembre de 1977, entiendo que fue por obra de Pedro Ibáñez, miembro de la Mont Pèlerin Society y presidente de la Fundación Adolfo Ibáñez, junto con Carlos Cáceres, que en ese entonces era decano de la Escuela de Negocios de Valparaíso, institución que en ese tiempo estaba adscrita a la Universidad Técnica Federico Santa María. En el marco de ese viaje, von Hayek recibió el Doctor Honoris Causa de la UTFSM y dictó una charla magistral.

Austrian-born British, economist and philosopher Friedrich Hayek (1899 – 1992) giving a lecture at the London School of Economics (LSE), London, 1948. (Photo by Paul Popper/Popperfoto via Getty Images/Getty Images)

La segunda visita, de abril de 1981, entiendo que fue para convertirse en el presidente honorario del entonces recién fundado Centro de Estudios Públicos, gracias a las gestiones de su presidente Jorge Cauas. Cauas fue uno de los responsables de llevar adelante el Programa de Recuperación Económica en 1975 en calidad de ministro de Hacienda. Previamente había sido un estrecho colaborador del presidente Eduardo Frei Montalva, lo que podría explicar la visita que von Hayek le hizo al exmandatario en su casa el 21 de abril de 1981. Ese mismo día visitó la Universidad Católica de Chile y puede haber sido la ocasión en que recuerdo haber hablado con él.

La vez que hablé con von Hayek probablemente fue en su visita al Campus San Joaquín de la Universidad Católica. Me acuerdo de que von Hayek nos habló de su teoría de la competencia de monedas. Según von Hayek, en simple, si hay libre competencia internacional en la emisión de dinero, eventualmente predominará aquel emisor —público o privado— que emita lo necesario para garantizar la estabilidad de precios. Será él el que se beneficie con el señoreaje y por eso será él el que tendrá el mayor incentivo de emitir la cantidad óptima de dinero.  En esta materia Milton Friedman fue mucho más conservador. Su esquema preferido era uno en que había un ente emisor nacional —un banco central— que en sus emisiones de dinero debía seguir una regla monetaria (un aumento del 3 por ciento anual para el caso de los EE.UU.). Para compatibilizar esa política monetaria con aquella de otros países, era partidario —en el caso de los países desarrollados— de la flexibilidad cambiaria. Para los países en desarrollo —léase de menor sofisticación en el manejo monetario y fiscal— Milton Friedman prefería entonces la fijación cambiaria (al dólar).  Es evidente que el intercambio de ideas entre von Hayek y el grupo de profesores —la mayoría exalumnos de Milton Friedman— fue, para decir lo menos, acalorada.

Aunque de seguro asistí a buena parte de las conferencias que dio en Chile, no tengo mayores recuerdos de las visitas de von Hayek.  Sin embargo, tuve posteriormente la oportunidad de participar en algunos seminarios en que analizamos en profundidad sus escritos.  Sin duda se trata de un pensador profundo y un gran defensor de la libertad.  Sin embargo, al contrario de Milton Friedman, cuyas ideas sin duda influyeron por intermedio de sus alumnos y escritos en las instituciones económicas adoptadas por Chile después de 1973, la marca específica de von Hayek ha sido menor.

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Noviembre de 1981: la segunda visita de Friedman

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En noviembre de 1981, Viña del Mar fue la sede de la reunión de la Mont Pèlerin Society, evento que trajo a Chile a destacados exponentes mundiales del liberalismo, entre los que me parece recordar a James Buchanan, Gordon Tullock o Larry Sjaastad. Fue también la ocasión donde vino por segunda vez Milton Friedman, quien fue el centro de atención de la prensa. Participé en esta instancia, sin ser miembro de la sociedad, tal como lo había hecho en otras reuniones (Lima, Stanford, Checoslovaquia y Santiago).

El Chile de 1981 era muy distinto al de 1975 y esa transformación se debía en buena parte a la revolución liberalizadora y modernizadora experimentada en Chile, tal como a la responsabilidad fiscal y monetaria aplicada. Fueron los chilenos que hicieron esos cambios, pero sin duda que las ideas de los economistas de la Universidad de Chicago, entre ellos aquellas de Milton Friedman, jugaron un rol muy importante.  Viendo que la libertad económica se estaba consiguiendo, en su segundo paso por Chile, Milton Friedman dedicó relativamente más tiempo a la libertad política. Esto se demostró desde un inicio, cuando en una conferencia de prensa dijo lo siguiente: «La economía libre es una condición necesaria para una sociedad políticamente libre; desafortunadamente no es una condición suficiente. Creo que una economía libre será muy difícil de mantener por un periodo de tiempo prolongado, salvo que vaya acompañada por una sociedad verdaderamente libre» (La Segunda, 18-11-1981).

El clima de optimismo que existía en ese entonces pudo haber llevado a algunos a la errada conclusión de que en algunos países el éxito económico solo se podría alcanzar por medio de un Gobierno autoritario. Friedman fue uno de los más enfáticos en señalar que el relativo éxito que tenía Chile en ese momento debía ser ponderado en su justa medida y no era conveniente concluir que una dictadura militar era lo que necesitaba la economía de mercado. Esta idea fue muy bien consignada en la época en un artículo de la revista Qué Pasa titulado «El secreto a voces de Mont Pèlerin»:

Luego vino el debate, y el tema de la experiencia económica chilena en los últimos ocho años volvió a saltar al tapete. Para abundar en el tema, después de Friedman, el economista y profesor de la Universidad de Chicago, Larry Sjaastad presentó un paralelo entre las economías de Chile y Argentina. Entonces Friedman se explayó acerca de sus conceptos referidos a economía libre versus sociedad políticamente libre. Señaló que es peligroso afirmar que un modelo de mercado solo puede aplicarse con un gobierno fuerte y que él consideraba perfectamente factible desarrollarlo en un régimen de democracia plena. Luego precisó que creía que en el caso chileno, el Gobierno había sabido manejar la economía aplicando un modelo que, por lo general, no es bien visto por los sectores castrenses en el mundo».

El tiempo le dio la razón a Friedman

La última afirmación citada terminó por hacerse realidad en el Chile de los 90 y los 2000. La vuelta a la democracia no hizo otra cosa que potenciar la economía de mercado. Los números dan cuenta de aquello. Entre los años 1990 y 2020, el PIB per cápita PPA se multiplicó; la inflación anual pasó de estar sobre los dos dígitos a ser de aproximadamente un 3 por ciento, la meta del Banco Central; la cantidad de personas viviendo en pobreza pasó de ser más de la mitad del país a menos de un décimo de este. Es más, durante estos 30 años, la inversión extranjera llegó a sextuplicarse, y Chile logró posicionarse como el país número uno en América Latina en materia de calidad de la educación, salud, seguridad, desempeño ecológico, innovación, caridad, expectativa de vida, inmigración extranjera, entre muchos otros factores que dan cuenta de un innegable éxito.

Pasaron los años y estuve en varias ocasiones con Milton Friedman. Entre otras, coincidimos en las reuniones de la Álamos Alliance, instancia en la cual economistas de diversos países desarrollados y de algunos de nuestra región, nos reunimos anualmente para analizar los principales problemas de política económica de actualidad, siempre desde la perspectiva de una sociedad libre.  Después de su fallecimiento sus ideas han seguido estando presentes, implícita o explícitamente, a pesar de que él —con su tremenda sencillez— nunca se atribuyó crédito alguno.

En efecto, estando en su precioso departamento de San Francisco, le manifesté años atrás que él debería estar orgulloso, porque sus puntos de vista en materia económica parecieran haberse impuesto en el mundo.  Me respondió que eso no era tan así y que históricamente hay olas, en momentos estatistas y en otras liberalizadoras, y que estábamos en una de las últimas.  Está por verse si es así, pero no cabe duda de que en el caso de Chile el auge económico de los famosos treinta años estuvo muy asociado a los cambios institucionales basados en las ideas de los profesores del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago en la época en que éste estuvo liderado por Milton Friedman.

 

 

[1] Una versión de la conferencia se puede encontrar en el libro Milton Friedman en Chile, publicado por la Fundación de Estudios Económicos BHC en 1975 y luego reeditada, entre otras instituciones, por la Fundación para el Progreso en 2012.

[2] Friedman, M. y Friedman, R. D. (1998). Two Lucky People: Memoirs, The University of Chicago Press (Chicago y Londres), p. 400.